Lo blando quita lo valiente
Robert Redford es para los parámetros de Hollywood, como director, un tipo político. O, al menos, alguien que tiene a la política y sus arrabales como material de muchas de las historias que elige contar. Es un demócrata de cabo a rabo, de eso no hay dudas. Y también un blando, de eso hay sobradas muestras: películas tan vacuas como Leones por corderos hubo pocas en el cine hollywoodense con intenciones de profundidad. Sin embargo, ha dirigido al menos dos películas interesantes como Quiz Show – el dilema y la mucho más atractiva Nada es para siempre, un film sobre la familia y la tradición. Es, por lo tanto, alguien a quien no se puede dejar de lado fácilmente, aún cuando la pifie, porque en su ingenuidad reside un modo de pensar del norteamericano intelectual que sirve para interpretar algunas cosas. Causas y consecuencias es, en este marco, un film intermedio: está narrado con cierto nervio y con fluidez, pero a su vez cae en simplificaciones al abordar a un grupo de activistas políticos que en los setentas se vieron involucrados en un asesinato.
Causas y consecuencias es un pseudo thriller, una de la saga de Bourne en estilo geriátrico, con un periodista joven -en vez de un agente especial armado hasta los dientes- dedicado a desentrañar una historia que tiene como eje a estos activistas políticos ya ancianos, cuyas identidades comienzan a salir a la luz y la prensa y el FBI se hacen eco. Y esa “cacería” incluye un viaje por un vasto segmento del territorio de los Estados Unidos, para unir las puntas de una trama que se va desenredando sin apuros: en ese sentido, el film luce bastante old fashioned, con tiempos que recuerdan mejor a los thriller norteamericanos de los 70’s. Sin dudas que la historia de Redford y su rol de director del Festival de Sundance le permiten darse algunos lujos, como por ejemplo contar con el visto bueno de varios colegas para ser parte de su película: Shia LaBeouf, Nick Nolte, Julie Christie, Richard Jenkins, Chris Cooper, Susan Sarandon, Sam Elliott, Anna Kendrick, Brendan Gleeson, Terrence Howard, Stephen Root, Stanley Tucci, todos se pasean en grandes o pequeños roles, otorgándole con su presencia una solidez que la película aprovecha para su beneficio.
El tema de fondo son los actos del pasado y cómo se ven con el tiempo (para ello se aprovecha de un grupo activista real como Weather Underground que actuó entre fines de los sesentas y mediados de los setentas). Para no defraudar a nadie, y ante un elenco tan numeroso, la película se permite sostener diferentes puntos de vista. Hay personajes más lógicos y sólidos, como el de Sarandon o Jenkins, otros más obvios y algo traicionados, como el de Christie, y otros que se tienen que hacer cargo de las dudas (en una película con personajes repletos de certezas) como el de LaBeouf. Y también tenemos al de Redford, que no de gusto es el eje del relato, un tipo bastante culposo y que funciona como más que evidente término medio en este modo de ver el mundo que tiene la película. Causas y consecuencias no juzga deliberadamente las acciones del pasado de sus personajes, pero deja colgando la idea de que aquello que hicieron fue algo de la juventud, que cuando uno madura y tiene hijos (y los hijos cumplen un rol fundamental para entender la moral de la película), se debe olvidar de algunas causas justas y dejarse estar en los tiempos que el sistema permite. Es verdad que la película dice algunas cosas, sutiles otras de tono grueso, pero poner en el centro y convertir en el punto de vista del film a un personaje tan blando como este, deja en evidencia que lo demócrata no es más que una forma aligerada de lo republicano. Una película que oculta sus falencias en su solvencia narrativa.