Una experiencia caprichosa
Para quien no conoce la filmografía del exitoso director portugués Pedro Costa, Cavalho dinheiro, que homenajea y continúa con el hilo del documental No quarto da vanda sobre los inmigrantes caboverdeanos en Fontainhasal y el corto Sweet Excorsim -ambas obras de Costa-, resulta ser una pieza intolerable y sin brillo autónomo.
La película en cuestión es un collage de planos fijos interminables e insufribles con escasez de luz. A ello se suman extensos minutos de diálogos susurrados que indican el delirio del protagonista y la locura misma que genera en el espectador para pasar luego a “golpes musicales” que asustan y desacomodan las secuencias. Por, tanto una narración molesta y poco armoniosa en expresividad visual que busca la complicidad en el público y a la vez resaltar el nerviosismo y enfermedad de su actor principal.
A todo esto, se suma que Cavalho dinheiro no presenta una lógica en cronología espacio temporal y prefiere volcarse a un desajuste que borda lo cuasi caprichoso, experimental y onírico de este director. Desajustes que llevan a su viejo protagonista llamado Ventura desde su actual internación en un frío y lúgubre hospital; la Revolución de los Claveles de 1974; el extravío del protagonista por el bosque y hasta el pesar de los nacidos en Cabo Verde sin coherencia mínima alguna que lo pueda sustentar.
No siempre la experimentación llega a buen puerto y Costa no nos ofrece llave para ingresar a su código indescifrable y tedioso. Cavalho dinheiro no hace justicia al galardón llevado en el Festival Internacional de Cine de Locarno, ni a los lamentos vocales de sus protagonistas que conforman la banda de sonido.