Menos de lo mismo
A fines de los años '20 y comienzos de los '30, el escritor Robert E. Howard creó varios personajes de enorme popularidad dentro del género de espada y brujería. Uno de ellos, Conan el bárbaro, ya había tenido su paso por el cine y ahora es el turno de Solomon Kane, que debe enfrentar a fuerzas diabólicas, redimirse de su pasado violento y codicioso, y rescatar a una inocente joven.
La historia de este peregrino (James Purefoy) lleno de traumas del pasado que busca sanar sus heridas resulta un solemne, estereotipado y previsible relato que combina elementos ya vistos en decenas de títulos, desde Van Helsing hasta El señor de los anillos. El despliegue visual (con muchas CGI para construir un mundo desolado por las guerras, la pobreza y, claro, las acciones de demonios, brujas y hechiceros) es digno y profesional, pero nada más. Tampoco es un film que luzca por encima de la media que hoy puede ofrecer el cine a gran escala. En definitiva, como sostiene el título, resulta menos de lo mismo.