Son contadísimas las veces en que decido cancelar la reproducción de una película a mitad de camino. La primera vez fue la intragable Push - complicada y enigmática hasta el extremo -, y ahora repetí turno con Cazadores de Sombras: Ciudad de Huesos. No es que sea un bodrio mortalmente odiable, sino que se trata de una regurgitación masiva de clichés surgidos de media docena de franquicias exitosas, previas, y mucho más inspiradas que ésta. Al momento de que el villano se despacha con la revelación starwaresca de "yo soy tu padre!", decidí apagar el receptor y tirar el aparato por la ventana.
Exito literario no es sinónimo de calidad literaria. Admitamos que la gente consume estupideces a mansalva, pero hay diferentes clases de estupideces y la diferencia radica en el talento del narrador, quien es el encargado de venderlas o, al menos, de hacerlas digeribles. El caso típico es Stephen King, el cual es un vendedor serial de pescado podrido - si uno reduce los argumentos de sus gigantescas novelas a un puñado de puntos escritos en una hoja, verá de lo que hablo -, pero al menos el tipo tiene oficio y tiene legiones de seguidores. En cambio hay otros fenómenos modernos, mucho más comerciales y que han surgido no por inspiración sino por la necesidad de prenderse a una movida de moda: es el caso de la llamada "literatura para jóvenes adultos" - franquicias de fantasía pensadas para adolescentes calentorros -, la cual le da más bolilla a los retorcidos culebrones románticos que inventa, que a la originalidad y calidad del resto de la historia. La trama es un pretexto para que los protagonistas se besuqueen / se claven los cuernos / lloriqueen por los rincones, con lo cual tenemos un melodrama disfrazado de historia fantástica. El culpable de todo fue la saga Crepúsculo, cuyo éxito obscenamente millonario impulsó a los productores de Hollywood a salir en masa a vaciar las estanterías de las librerías y apropiarse de los derechos de cualquier tipo de saga fantástica protagonizada por muchachas hormonalmente revolucionadas. Lástima que la calidad no es una condición genética del género sino mas bien su excepción: por cada Los Juegos del Hambre, hay un millón de Cazadores de Sombras: Ciudad de Huesos, clones de relleno carentes de originalidad y que poseen el agravante de ser incapaces de ser mejorados (o siquiera depurados) por la gigantesca máquina creativa que posee Hollywood. Para colmo aquí le han dado la posta a Harald Zwart, el cual es responsable de uno de los filmes mas malos de la historia del cine como es La Pantera Rosa 2. ¿En serio pensaban que iban a obtener un taquillazo, dándole el proyecto a un productor serial de vomitivas mediocridades?.
El problema principal con Cazadores de Sombras: Ciudad de Huesos es que intenta ser sofisticada, para lo cual lanza toneladas de vericuetos argumentales, ridículas ocurrencias creativas, y secuencias recicladas de filmes ultraconocidos, todo lo cual hace sin la más minima gracia - es algo así como la versión Eragon de Crepúsculo; un texto mediocre que intenta por todos los medios maquillar las fuentes a las que copia, y que termina chupando secuencias enteras a filmes ultraconocidos (que van desde las mencionadas La Guerra de las Galaxias y Twilight, hasta la franquicia de Harry Potter), con lo cual la sensación de rechazo que invade al cinéfilo con cierta calle es aún más pronunciada -. Por ejemplo, tenemos la típica secuencia de romance mágico en donde el blondo protagonista empieza a sacar mesmerizantes lucecitas brillantes de sus manos, y termina por darle un beso a la muchacha en medio de una lluvia causada por rociadores de incendios; o ángeles custodios enfundados en disfraces sadomasoquistas de cuero y PVC, plagados de tatuajes exóticos, y yendo a liquidar demonios a las discotecas más under de la ciudad; o el gran hechicero que resulta ser un japonés con pinta de modelo Kenzo y plagado de piercings... Oh Dios, el nivel de bobada es tan alto como alarmante.
La macana con todo esto es que aquí había una historia medianamente interesante para contar, sólo que ha quedado enterrada entre toda esa mediocridad. Si al libreto lo hubieran podado salvajemente, reduciendo la premisa a lo básico - una orden de protectores del bien, surgida en las Cruzadas a partir de la bendición divina, y habitando una dimensión paralela a la nuestra - y se lo hubieran dado a un director de mas talento, quizás la cosa hubiera funcionado. Mientras que los protagonistas son bonitos y tienen algo de ángel, por otro lado están obligados a disparar una tonelada de parlamentos mediocres, lo cual atenta contra sus posibilidades de éxito. La heroína es una inútil de aquellas y jamás demuestra tener valentía ni los kilates para merecer el protagónico; el villano se ve demasiado joven y afectado; los secundarios son anodinos, y sólo las cosas ganan algo de intensidad cuando se cruza algún intérprete de buen calibre - como Lena Headey o Jared Harris -, los cuales se dan maña para decir sus bodrios con cierta altura.
Cazadores de Sombras: Ciudad de Huesos es un filme estúpido y rebuscado, carente de originalidad y de gancho, siquiera por la sensualidad de los protagonistas. El drama es la puesta en escena, la cual apesta por todos los poros debido a su chatura y falta de originalidad. Y aún cuando el filme fue aborrecido por todos y recaudó dos dólares en taquilla, los productores han anunciado el desarrollo de una secuela, la cual me contará entre los millones de espectadores que hará lo imposible para escapar de verla.
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