¡Guarda! Se viene otra saga para adolescentes
“Una nueva saga comienza”, diría el locutor de FM Horizonte. Con Ciudad de huesos se inicia la trasposición al cine de Cazadores de sombras, una de esas sagas de culto adolescente, y preadolescente, pertenecientes al género “fantasy”, uno de los grandes booms editoriales de la actualidad (en la última Feria del Libro, las representantes del género fueron uno de los hits de ventas). Seis novelas componen Cazadores de sombras, así que habrá que hamacarse: al lado de Ciudad de huesos, uno hasta puede llegar a piantar un lagrimón por aquellos tiempos idos de Harry Potter y la serie Crepúsculo, que no volverán.
Por lo que puede verse, la señora Cassandra Clare, autora de la novela, procede como quien hace las compras en el súper, manoteando de las góndolas todo lo que encuentra y metiéndolo en un carrito que de tan cargado se chanflea y se frena. Como en Harry Potter, en paralelo con el mundo de todos los días (de los “mundanos”, aquí, en lugar de los maggots) circula uno secreto, que sólo quienes tienen poderes pueden ver. Una que los tiene, aunque no lo sabía, es la protagonista, Clary (Lily Collins, que como el 90 por ciento del elenco es inglesa e hizo de Cenicienta en Espejito, espejito). Sus poderes le vienen de la mamá (la bella Lena Headey, uno de los escasos nombres con antecedentes del cast) y el papá. Que habría que ver si es el que ella piensa o, como en El Imperio contraataca, uno insospechado.
Un rubio gélido (Jamie Campbell Bower) introduce a Clary en un mundo en el que ángeles y demonios pelean a muerte. Lo hacen, como en El señor de los anillos, disputando un talismán invalorable, la Copa de la Muerte. Cosa curiosa: está bien claro quiénes son demonios, porque en determinado momento empiezan a mutar, saliéndoles tentáculos y otros apéndices, como si fueran material de desecho de El enigma de otro mundo. Pero a los del lado del bien no les salen alas, aunque sí sacan espadas, por lo cual no está muy claro si los ángeles son ellos u otros a los que estos guerreros defienden. Igual, ángeles y demonios parecerían no bastar, por lo cual esta Cassandra poco visionaria les suma vampiros y hombres-lobo. Onda Crepúsculo. ¿Cómo sacar todo esto a flote? Sencillo: aceptando que se trata del trash más desaforado, tomándoselo con mucho humor y gusto por el mal gusto.
¡Pues no! Ciudad de huesos no tiene ni pizca de humor, ni autoironía, ni sensibilidad clase B, ni berretada asumida, ni nada. Con antecedentes como La Pantera Rosa 2 y la remake del Karate Kid, no es de extrañar que lo del amanuense holandés Harald Zwart sea un despliegue de chatura, falta de imaginación, punto de vista, sentido visual y hasta lisa y llana onda. Si a esto se le suman unos actores igualmente carentes de carisma, gracia o fotogenia, quiere decir que estamos en el horno, amigos. Y esto recién comienza.