El síndrome del nicho vacío
El costado comercial del cine es tan innegable como evidente, pero en algunos casos esta necesidad de taquilla se morigera con la entrega de ciertos productos cuando menos respetuosos del público al cual se dirigen.
En este caso, la orfandad de espectadores y el síndrome del nicho vacío adolescente ha llevado a la realización de un engendro como Cazadores de sombras. Ya desde la presentación del libro que da origen al film, tememos lo peor: el nombre de Stephanie Meyer aparece en la tapa, con diversos comentarios sobre la aceptación que le genera a la autora de la saga Crepúsculo esta obra.
Comenzamos a temblar sabiendo que quizás estemos en presencia de una continuación del nefasto engendro de Vampiros teen y muchachos lobos con exceso de anabólicos y lo que nos depara el destino es aún peor.
Cazadores de sombras genera el extraño efecto de terminar añorando los tiempos de Crespúsculo, si es que esto fuera posible. Como si el público adolescente fuera la encarnación misma del consumo descerebrado, el film construye un pastiche con elementos de la serie True blood e intérpretes del calibre de Jared Harris o Lena Headey que no logra entretener y mucho menos ser un producto de calidad.
Lily Collins, al mando de este barco sin ningún tipo de rumbo, encarna a una joven que poco a poco empieza a vislumbrar un mundo sobrenatural que le es ajeno pero que a la vez responde a su esencia mas escondida: el de los Cazadores de Sombras, estirpe a la que pertenece aún sin saberlo. Así surgirá el triángulo amoroso de manual con su mejor amigo (que obviamente la ama en secreto desde siempre) y el nuevo galán, en este caso interpretado por Jamie Campbell Bower, quien casi nos hace extrañar a Robert Pattison o por lo menos desearle la misma suerte proctológica a la que Cronenberg lo sometiera en Cosmopolis.
La química entre los protagonistas está totalmente ausente y a diferencia de la pareja de Bella Y Edward Cullen ese aire a coitus interruptus constante ni siquiera se percibe, el deseo no aparece aunque las músicas edulcoradas, la lluvia en interiores o las flores lisérgicas de colores asi lo anuncien.
El artificio es tan burdo y evidente que nos hace creer que estamos en presencia de una nueva entrega de la saga Scary movie.
¿Quién iría a un circo donde se viera el doble fondo de la caja con el conejo o los hilos que penden en un truco de levitación? Cazadores de sombras, Cuidad del Hueso es eso: un circo montado de forma tan burda que se ven los hilos, la peor ofensa para el espectador es la subestimación de su amor por el artificio en su máxima potencia.