Amor berreta
No me sorprendí demasiado cuando vi este trabajo y pude identificar claramente esa vibra "Twilight" que la recorría por todas partes. Protagonistas cursis y con actitudes precoces, como de quinceañeras el día de su fiesta, con menos sex appeal que Napoleon Dynamite.
¿Será posible que los productores en Hollywood realmente piensen que hacer una copia descarada sólo mejorando los aspectos técnicos los llevaría al éxito? Por si no se dieron cuenta, "Twilight" tuvo una ventaja que nunca podrán superar; fue pionera. Hay una frase del marketing acuñada por Al Ries que se aplica muy bien a esta situación y es la que reza "es mejor ser el primero que ser el mejor". Muchachos, nunca podrán ser Twilight. En todo caso deberían chequear como han hecho personas exitosas del cine para ser competitivos en un rubro de moda, como por ejemplo el de los superhéroes, pero así todo no superarán al pionero.
No se trata sólo de cambiar el contexto del amorío insufrible de los adolescentes, se trata de mejorarlo, aportando elementos nuevos que hagan evolucionar al producto. En "The Mortal Instruments" no se respetó en absoluto este mecanismo, sino que se cambió el escenario a uno más oscuro, cool y plagado de mayores efectos visuales, pero sin trabajar sobre la trama y las sensaciones que debía transmitir la película. Algunos serán engañados, sobretodo las fans más acérrimas del amor cursi, pero la mayoría se dará cuenta de que es sólo una copia más de otro producto que desde su inicio era bastante malo.
El comienzo de la historia es dinámico, con el tinte adolescente característico de estas tramas pero sugiriendo que no va a caer en los mismos terrenos que "Twilight" o "Criaturas Hermosas". El problema surge por supuesto, cuando empieza a conocerse la pareja protagonista integrada por Lily Collins y Jamie Campbel Bower, y comienza naturalmente el histeriqueo. Lily se podría decir que estuvo safable, pero el pibe este Jamie... Le faltó mucha polenta para ser el galán duro que pretendieron mostrar, le faltó tamaño y actitud. Es como poner a Justin Biever de Gladiador...
Otra cuestión que se vio muy extraña, fueron los momentos románticos entre puñetes y estacasos. El timing no fue bueno y hacía que las secuencias de amor se vieran más falsas que billete de $300. Lo mismo que la música... totalmente exagerada, cursi y solemne, pasando de melodías clásicas a electrónicas del más allá con una transición totalmente amateur.
En fin, otro fracaso más del subgénero "romance adolescente fantástico", que últimamente sólo viene confirmando que este tipo de historias deberían permanecer en libros, al menos hasta que a algún tipo con más de dos dedos de frente le encuentre la vuelta de tuerca. Con todo el elemento fantástico que tenía, podría haber sido un gol de media cancha, pero en vez de lograr esto, sólo nos ofrecieron otra historia predecible e infantil.