No me preguntes, sólo soy una chica… que atrapa fantasmas.
Tomando como evidencia la cantidad de dislikes que se ganó el trailer oficial de Cazafantasmas (Ghostbusters, 2016) en YouTube -la mayor cantidad de “pulgares debajo” en la historia de la plataforma- comprendemos que la nueva película de Paul Feig se situó en la vereda opuesta al hype, ese neologismo del nuevo milenio que sirve para describir la forma en que se suele ensalzar eventos y producciones incluso antes de tiempo. Los fans y la crítica la prejuzgaron desde el primer día y la castigaron durante meses antes de poder verla.
Después de años de especulaciones, guiones descartados y una lista interminable de actrices, finalmente una de las producciones más pre-odiadas de las últimas décadas llegó a nuestras salas. Situada en una Manhattan ficticia donde no se especifica por completo si los films previos comparten universo o no, tenemos a cuatro mujeres que se unen para combatir fuerzas espectrales que progresivamente comienzan a azotar la ciudad. Erin Gilbert (Kristen Wiig) es la científica seria, Holtzmann (Kate McKinnon) es la científica loca, Patty (Leslie Jones) es el balance étnico/ urbano y Abby Yates (Melissa McCarthy) no es ni el Dr. Venkman de Bill Murray ni el Dr. Stantz de Aykroyd… es simplemente McCarthy con menos decibeles de los que solemos verle en sus interpretaciones cómicas.
Como ya nos anticiparon los precoces trailers y se evidencia desde la primera escena, alguien está detrás de este brote sobrenatural y conforme avanza la trama el plan maestro será revelado, derivando en una confrontación que puede determinar el destino de la ciudad más atacada en la historia del séptimo arte.
El juego de las diferencias se vuelve inevitable cuando el material original tiene estatus “de culto” para muchos. Posiblemente la mayor desigualdad se encuentre en el tono del humor. El film original se manejaba dentro de los dominios de la ironía y el sarcasmo, sacándole jugo a cada intercambio entre los personajes. En esta actualización presenciamos el chiste fácil y la retribución inmediata al espectador, ya sea mediante la comedia física o algún intercambio literal entre los intérpretes. No necesitamos ese microsegundo para determinar si lo que acaba de suceder fue gracioso, sarcástico o cínico, o todo eso junto… aquí todo es direccionalmente gracioso, no sea cosa que alguien se quede afuera del chiste.
Las cuatro protagonistas se perciben correctas pero algo contenidas, en particular McCarthy y Wiig, dos actrices con buenos antecedentes; de la mano de Feig dieron muestras cabales de su talento en Damas en Guerra (2011), Chicas Armadas y Peligrosas (2013) y Spy: Una Espía Despistada (2015). McKinnon es quien más se destaca, interpretando a una Holtzmann desinhibida y extravagante que se lleva los mejores momentos, sin dudas una tapada. Imposible no mencionar a Chris Hemsworth (de Thor y la saga de Los Vengadores) interpretando a un personaje que todo el tiempo sentimos metido con fórceps dentro de la trama, sin importar cuánta trascendencia se le quiera dar. Los cameos están a la orden del día, a pesar de aglomerarse cerca del final.
Sin considerarla una producción fallida, no se aprecia una comedia tan filosa como aquellas que suele entregar el director, sino una producción demasiado pensada para el mainstream, con todo lo bueno y todo lo malo que ello implica. Se percibe mucho respeto por el material original, sin intenciones de ofender a nadie ni reinventar la rueda. Un mero entretenimiento, que se puede disfrutar a pesar de saber que juega en una liga completamente distinta a su antecesora.