Ya se sabe cuando una película se basa en un libro de Stephen King, el atractivo es extra. En este caso el horror y la oscuridad están y eso desde el vamos le augura un camino exitoso en el publico que adora el terror. Y la película le garantiza lo ominoso. En esta obra del talentoso King, en una de sus novelas más famosas, hay buenos actores, y una historia de buenas intenciones que termina de manera espeluznante. Un matrimonio de la ciudad de Boston que busca paz, compra una propiedad en Main, con un bosque en su patio trasero que incluye un espacio para un cementerio de mascotas. Ya una primera procesión de niños y algunas imágenes premonitorias avisan que lo malo puede suceder. Entre una madre que tiene cuentas pendientes con la muerte de su hermana deforme, y un padre doctor que en sus primeros días pierde a un paciente que regresa en sus sueños, y el vecino bienintencionado que muestra el lugar tenebroso que permite volver a la vida de una manera poseída, todo está dado para susto y la negrura. El director y guionista Jeff Buhler, con una historia de Matt Greenberg, modifica do la historia original substancialmente. Los directores Kevin Kölsch y Dennis Widmyer hacen que las “sorpresas” lleguen luego de haber construido sólidamente los traumas que acompañan a los adultos y ese secreto de regresar a los queridos con su anticipo gatuno preanuncia ese retorno que nunca será igual al original. Es cierto que algunas cosas ya las hemos visto en materia de monstruos pero el final ambiguo redondea en general cierta originalidad. Actores como Jason Clarck, Amy Seimetz y especialmente John Lithgow, contribuyen y mucho.