El universo pesadillesco de Stephen Kingvuelve a colmar de tensión la gran pantalla con una nueva versión que absolutamente nadie pidió. Hablamos deCementerio de Animales, la exitosa novela que fue llevada al cine en 1989 de la mano de Mary Lambert y que hoy se suma a este afán de la industria por los reboots que en los últimos años supo también apoderarse de la influencia delRey del Terror con cintas como la olvidable Carrie (2013) y la versión ochentera de It (2017) del argentino Andy Muschietti. Si bien es poco probable que el filme de Lambert se encuentre en el top 5 de las mejores adaptaciones deKing, lo cierto es que ha sabido consagrarse como una de las más populares y recordadas por los amantes del género, entre otras cosas, gracias a sus desgarradoras escenas, su ominosa atmósfera, el peculiar cameo del prolífico escritor de Maine y el hecho de contar nada menos que con los temas de Los Ramones, banda idolatrada por King, como cortina musical de la película. A pocos días de cumplirse 30 años de su debut, el dúo de Kevin Kölsch y Dennis Widmyer (ambos directores de la cinta de terror Starry Eyes) han decidido hacer caso omiso a las advertencias del libro trayendo de vuelta a la vida a este clásico que, al igual que sus desgraciados personajes, también ha regresado un tanto cambiado.
La historia comienza con la llegada del doctor Louis Creed (Jason Clarke) y su familia a una casona rural de Maine, donde el patriarca planea despejarse de su atareada vida en Boston y pasar más tiempo junto a su esposa Rachel (Amy Seimetz) y sus dos pequeños hijos Ellie(Jeté Laurence) y Gage (Hugo y Lucas Lavoie). Pero no todo parece ser tan armonioso en su nuevo hogar: los camiones que se desplazan por la carretera a toda velocidad representan un grave peligro para las mascotas de la zona, quienes una vez muertos son enterrados por los niños en un cementerio del bosque cercano a la propiedad de los Creed. Cuando el gato de Ellie aparece sin vida a un costado de la autopista, Louis intenta evitar el sufrimiento de la niña y con la ayuda de su veterano vecino Jud (John Lithgow) decide sepultar el cadáver en un misterioso lugar más allá del cementerio de mascotas. Sin embargo, el remedio resulta ser peor que la enfermedad: ahora el felino ha resucitado y su extraño y bestial comportamiento revela que ya nada podrá ser como antes.
En principio, es menester referirnos al cambio más notable dentro de la narrativa y que ya se han encargado de dejar en evidencia los avances. En esta versión, Ellie es la víctima del accidente de carretera en lugar del bebé que personificó la escena más shokeante del filme original. Por supuesto, para los fanáticos de King esto puede que no sea bien recibido, aunque debemos decir que los directores se la han rebuscado para hacer de este momento clave en la vida de los Creed un escenario totalmente desesperante que pone los pelos de punta. Cabe destacar también que la pequeña Laurence hace un papel fantástico en el rol de Ellie y su regreso del más allá ha sido bastante explotado gracias a que se trata de una niña de 9años con cierta comprensión sobre la muerte, a la que vemos burlarse de las imágenes celestiales y amigables que le proyectaban sus padres de forma aterradora. El tabú alrededor de la muerte de los seres queridos, con el que tanto Louis como Rachel no saben como lidiar, es fracturado por la presencia de esta nueva y sádica Ellie que afirma que una vez cruzada la linea solo puede esperarse oscuridad.
La ambientación es otro de los puntos a favor que merece ser mencionado. Kölsch y Widmyer crean una efectiva atmósfera de suspenso y terror clásico en este pueblo sin edad que parece haber quedado atrapado en el tiempo. Los matorrales impenetrables y la niebla forman parte del paisaje habitual que adquiere un sentimiento aún más tormentoso e intrigante gracias a una acertada fotografía en tono azul pálido. Al igual que su antecesora, el reboot transmite constantemente la sensación de que lo inevitable está punto de suceder y el espectador es arrastrado sin resistencia por los caminos pedregosos de esta pesadilla sin fin.
Una cuestión tristemente desperdiciada tiene que ver con la mitología detrás del cementerio indio que devuelve la vida a todo aquel que sea enterrado allí. La antigua tierra sagrada de la tribu nativa Micmac, que en la cinta original era representada como un campo delineado por circunferencias hechas con montículos de piedras, aquí apenas es exhibido y poco se sabe acerca de su origen. Teniendo en cuenta que la película de Lambert tampoco había ahondado demasiado en aquel trasfondo siniestro que incluye espíritus demoníacos y canibalismo, quizás no hubiera estado mal introducir este elemento a través de los vívidos sueños y alucinaciones que atormentan a la familia Creed. Lo mismo podríamos decir respecto a los perturbadores niños con máscaras de animales que ocupan un llamativo lugar en las publicidad, pero cuya presencia es limitada a una breve aparición inicial.
La versión de Kölsch y Widmye funciona bien siempre y cuando se la vaya a ver con las expectativas controladas. No es la gran obra maestra de la que tanto ha hablado la crítica internacional ni tampoco la peor adaptación que se haya hecho sobre las espeluznantes historias del autor norteamericano. Cementerio de Animales es un digno reboot que sabe como manejar el suspenso con un ritmo pausado, tomándose el tiempo necesario para desarrollar a los personajes, sus miedos más profundos y su relación con la muerte. Las notables actuaciones, en especial la de Laurence y el maravilloso Lithgow en un rol secundario que quedará para el recuerdo, junto con la puesta en escena, constituyen lo más acertado de este filme que como toda obra basada en el mundo Kingno tardará en dividir al público y a los fans.