A veces sale bien una remake. En la mayoría de las ocasiones, no. Sin embargo, esta nueva película basada en la novela de Stephen King cumple con, al menos, no defraudar, e incluso quizá, gustar más que la original de 1989 dirigida por Mary Lambert.
El doctor Louis (Jason Clarke) se muda con su mujer Rachel (Amy Seimetz), sus dos hijos y su gato Church a un pequeño pueblo en las afueras de Maine, donde todo parece ser perfecto y tranquilo, pero que, poco a poco, irá dejando a la luz temibles secretos y misterios que tendrán desastrosas consecuencias para la familia.
La historia se desarrolla correctamente, sin deslumbrar, pero con un buen progreso de la trama, sin baches. Sigue un típico esquema de presentación de personajes y su respectiva descripción sin muchos sobresaltos. Un guión sin demasiado brillo e innovación, aunque tampoco sin tanto problema. De hecho, es más sólido que la original.
Uno de los puntos claves en la atmósfera generada en ciertas escenas. En algunas pareciera que no se esmeraron tanto a la hora de filmar, pero en determinadas secuencias se nota un destacado trabajo en la realización, desde el montaje hasta los efectos de sonido. Sirven mucho para ambientarnos en el tétrico entorno de los personajes y ayudan en los momentos de "asustar"; de todas formas, aquí hay un punto para la original, que logra con más efectividad generar miedo al espectador, aunque no por este motivo sea una cualidad que no existe en la remake.
Siguiendo la comparación con la adaptación de 1989, se puede asegurar que el reparto llega a la audiencia con mayor firmeza que la primera, con un Clarke y Lithgow muy bien plantados. Transmiten con soltura las emociones de sus personajes.
Lo más destacado del film es la manera en que trata la pérdida y la culpa. Sin dudas, el cementerio es un eterno reflejo de todos los miedos internos de cada uno y, al haber explorado tan bien la historia de cada personaje, consigue enviar el mensaje de manera más que eficiente.
Por último, la elección de cambiar ciertos puntos del argumento y el final es totalmente acertada. Es la sorpresa que faltaba y que por suerte tuvieron agallas para cambiar, y dieron en la tecla. Excelente final para una aceptable película.
A veces es mejor muerto, sí. Y también a veces es mejor la remake.
Puntaje: 8/10
Manuel Otero