Cementerio de Animales no convence ni al más fanático de la obra de Stephen King, ni tampoco a quienes no la conocen en absoluto. Sustos a cuenta gotas y una atmósfera para nada aterradora terminan siendo las fallas más notorias en esta remake mediocre.
Stephen King es uno de los escritores más reconocidos y mejor valorados en todo el mundo. No estamos descubriendo nada claro está, pero el maestro del terror y el suspenso ha mantenido una relación con el cine más estrecha de la que podríamos pensar. Sus obras han sabido ser inspiración para realizadores de todo tipo y en cualquier formato donde se pueda contar una historia. Programas de televisión, colegas escritores y películas, intentan año a año poder transmitir las sensaciones que el Rey logra provocar en sus páginas. En el cine es donde esto se nota de una manera mucho más clara y causa una repercusión mayor. Por no decir total. Claro que no siempre han podido hacerlo de la manera que el propio Stephen hubiese querido, muchas veces los realizadores se encuentran con la desaprobación total del autor, como le sucedió a Stanley Kubrick con El Resplandor (The Shining, 1980) que pesé a que su película se ganó un lugar en la historia grande del cine de todos los tiempos, el filme no logró satisfacer al escritor y llegó a catalogarla como la peor interpretación de su obra. De la vereda de enfrente, nuestro coterráneo Andy Muschietti logró convencer a King con su nueva versión de Eso (It, 2017) y catapultó a la película y al director al éxito absoluto. En el medio de estos dos polos podrían caber el resto de las adaptaciones de sus obras como: 1922 (2017), Christine (1983), Cujo (1983) o El juego de Gerald (Gerald’s Game, 2017), películas que en su mayoría han terminado siendo aceptadas por los fanáticos a pesar de las diferencias que puedan tener con el material original. Pero desde hace unos años y tomando a Carrie como principal exponente, ya habiendo mencionado a la famosa It, las películas que adaptan las historias de King se han empezado a reciclar. El término “reciclar” sirve para poder referimos a las famosas remakes, claro. Un recurso que sirve para que los estudios, dueños de los derechos de las películas, no pierdan estos derechos y así poder seguir incrementando su cuenta bancaria. Carrie fue la primera en sufrir este proceso, la película original dirigida por Brian De Palma en 1976 logró por mucho tiempo ser considerada como la mejor adaptación de un libro de Stephen King y se transformó de manera casi instantánea en una película de culto. Pero en 2013 y de la mano de Kimberly Peirce la historia de Carrie volvió a aparecer en las pantallas de todo el mundo y dejando un sabor de boca demasiado pobre, pese al elenco de estrellas que la protagonizaban.
Ahora este proceso de renovación le toca a Cementerio de Animales una de las obras más emblemáticas del maestro Stephen, que ya supo tener una adaptación en 1989 y que es considerada como una de las mejores transposiciones de las historias de King. Sí, lo mismo que sucedió con Carrie. Esta nueva versión de la obra llega gracias a Dennis Widmyer y Kevin Kolsh como directores, una dupla que viene trabajando en películas de terror desde hace varios años y que les tocó la la oportunidad de saltar a la fama, ni más ni menos que con Cementerio de Animales (Pet Sematary, 2019). Como en el libro homónimo, la historia involucra a los Creed, una familia tipo de Estados Unidos conformada por Louis (Jason Clarke), Rachel (Amy Seimetz) , Ellie (Jeté Laurence) y Gage (Hugo y Lucas Lavoie), que decide mudarse de la gran ciudad a un pequeño pueblo para relajarse y tener una vida más tranquila. Al llegar a su nuevo hogar, ellos descubrirán que los habitantes de este nuevo pueblo tienen costumbres por demás extrañas y una de ellas tiene como principal “punto de encuentro” un cementerio de mascotas que se encuentra a pocos metros de su propio jardín. Para su fortuna, su vecino Jud Crandall (John Lithgow) los podrá ayudar a adaptarse al lugar pero cada día empezará a volverse más difícil ya que toda la familia, mascota incluida, comenzará a experimentar extraños sucesos que los harán a dudar sobre su reciente mudanza.
Como ocurre con toda remake es imposible no empezar haciendo una comparación con el material anterior. Teniendo esto en consideración, esta entrega está muy por debajo de la anterior pero sin dejar de ser un material aceptable. El guion en esta oportunidad se separa del material original dando una vuelta argumental muy importante y trascendental que aún a pesar de esta, la película logra transmitir y llevar a cabo la idea original. Sin embargo, todo aquello que la película del ’89 supo transmitir desde el susto, la angustia y la tensión acá no se da en ningún momento a pesar de las claras mejoras técnicas que tiene esta versión con respecto a su antecesora. Si hay algo que el guion deja en claro es que hay un aspecto de la historia que quiere desarrollar pero a medida que pasan los minutos va perdiendo fuerza, hay todo un concepto de secta, rituales, sacrificios que no vuelve a ser explorado y termina quedando solo como un pequeño detalle estético. En cuanto a lo narrativo todo es por demás chato, no se nota una mano de dirección ni nada que se le pueda parecer.
Las actuaciones cumplen con su labor pero solo hay una integrante que vale la pena destacar y ella es Jeté Laurence. La joven actriz, que ya supo tener participación en una película como El muñeco de nieve (The Snowman, 2017), rompe con la tibieza del elenco y demuestra con apenas una mirada que es la encargada de lograr que los pelos se nos pongan de punta. Ya con su postura corporal, su personaje demuestra mucha más personalidad que sus compañeros de elenco. Uno que podría subirse al podio imaginario de esta película es Jason Clarke quien gracias a su intensidad logra que por lo menos la experiencia no sea totalmente apática.
Cementerio de Animales será otra de las tantas adaptaciones de Stephen King que en un par de años quedará en el olvido. A pesar de sus ganas por renovar la historia y no querer hacer exactamente una copia de la película ochentosa, el resultado final termina siendo de mediocre para abajo y deja un sabor de boca bastante amargo.