Cemento: La huella de la Democracia ¡Mejor hablar de ciertas cosas!
Cemento: El Documental (2017), de Lisandro Carcavallo, imprime la génesis y mística que encerraban las paredes de Cemento, aquel lugar emblemático que marcó un antes y un después en la cultura argentina. Desde su inicio el 28 de junio de 1985 hasta su cierre, luego de la tragedia de Cromañon el 30 de diciembre de 2004, significó vivir en democracia. Su surgimiento fomentó la apertura de centros culturales. Hoy Cemento es un estacionamiento de autos. Al hecho los músicos lo definen como el primer crimen de esta era y el entierro de la contracultura urbana, del under. Pero, ¿qué era cemento?, ¿Cómo nació y porqué se convirtió en leyenda? ¿Qué implicaba pasar por su escenario? ¿Qué encerraba esa estructura neutra de materiales oscuros? Estas son algunas de las incógnitas que responde eficazmente el eje narrativo de Carcavallo. Con ese objetivo surge este compilado de material de archivo y valiosos testimonios que permiten al espectador -al igual que el libro del autor Nicolás Igarzábal, Cemento, el semillero del rock– conocer el detrás de escena del sitio que rompió tabúes.
Los primeros minutos sitúan al público en el espacio-tiempo de los ’80, cuando Cemento abrió sus puertas en la calle Estados Unidos 1234-38., gracias a Katja Alemann y Omar Chabán, que concretaron su sueño de crear el puente entre la expresión vanguardista artística, teatral y el espectador. A través de imágenes de archivo y testimonios se observa como comenzaba un mundo diferente: el de la expresión creativa en todas sus formas y colores. Este universo, impensado en la Dictadura Militar, emergió en un bloque de cemento que Mario Pergolini definió como libertad. No había glamour ni confort. Ahí cruzabas la puerta y entrabas en otro planeta, el Planeta Cemento. Su pilar ante la falta de recursos era la colectividad artística y su estandarte la experimentación.
Gracias a Cemento nació el espíritu del rock nacional, sus vertientes ideológicas y su público en los ’80 y ‘90. Inscribió a Argentina como el tercer país, luego de Estados Unidos e Inglaterra, en generar culto del rock. Allí germinaron dos generaciones de bandas que, pese a las intenciones iniciales de Chabán –su inclinación era hacia el teatro, que mutó con el correr del tiempo hacia la música-, entendieron cómo transmitir desde el escenario el sentido de pertenencia, libertad y convivencia entre culturas diversas: Sumo, Divididos, Almafuerte y Hermética son algunas de ellas. Ricardo Mollo asegura que “ahí no importaba el sonido, sino estar todos juntos”. En esta usina cultural primaba el lema menos es más. Las bandas trabajaban colectivamente para que con tan sólo luz eléctrica emerja un bien escaso: la mística. Y así fue el motor de Cemento, y su base, la honestidad. Los jóvenes tenían la necesidad de entrar para ver qué pasaba adentro, de conocer canciones y obras diferentes que abran sus cabezas a un pensamiento alternativo. Al unísono, allí encontraban refugio y contención de la policía que aún reprimía al que deambulaba en las calles tarde por la noche. Lo llamaron refugio, hogar… el templo del rock; la fiesta de la inclusión. Nadie quería quedarse afuera. Los adolescentes hacían fila durante largas horas para sacar ticket, entrar y vincularse emocionalmente mediante ese escenario que tanto arriba como abajo los hacía partícipes de la libertad. Sus paredes transpiraban igualdad cultural, por eso esperaban eufóricos que salga uno para ocupar su lugar. Su estructura: dos espacios estratégicos. Uno para vibrar al ritmo de la música, otro para escucharla de fondo, hablar, conocerse, encontrarse. Ricardo Iorio sostiene que “siempre hay descontroles cuando el pobre se divierte”.
Cemento: El Documental se inscribe como patrimonio cultural de aquellas maravillas que cobraron vida. Esta retrospectiva, que cuenta con la participación de Indio Solari, La Renga, Miranda, Fernando Noy, La Vela Puerca y Bobby Flores, entre otros, permite al espectador entender cómo este pandemonio rompió el molde del mapa político efervescente de los ‘70 y porqué “hoy el público se divide entre el que estuvo y el que no estuvo.”, aseguran. Al respecto, Omar Chaban alegaba que “El rock nace de la honestidad de Cemento. Hasta entonces, todos se quejaban de ser estafados”; Edu Schmidt (ex cantante de Árbol) cuenta: “A Cemento primero lo vivías como espectador, habían códigos. Luego todo músico lo pensaba ese delirio místico como un sueño a cumplir. Fue cuna del culto punk, heavy y trash. Antes habían instancias, sacrificio. Hacer un show implicaba llevar gente. Hoy los festivales son sponsoreados y ponen en duda si los productores sienten, o no, esa pasión rockera”. Marcelo Corvalán (cantante de Carajo) sostiene que “Cemento hoy sea un estacionamiento es la peor degradación intelectual que hemos vivido en los últimos años. Aquello alternativo de la cultura paso a burócratas como un castigo. No existís más y si la gente se olvida, mejor”. En buena hora llegó este documental para resguardar y mantener activa la memoria.