Cambio de vidas
La situación es típica del cine francés. Un grupo de amigos y familiares se reúnen ante una mesa plagada de delicias. Antes, durante y después veremos que, entre ellos, las cosas no andan muy bien. Y la reunión será el catalizador para que la aparición en público (o no) de esos conflictos.
A esa tradición se suma Cena de amigos, película que entretiene aunque no aporta mucho al subgénero, más que revisitar sus códigos en un tono algo cómico: malas relaciones entre padres e hijos, amantes por doquier, matrimonios mal avenidos, alguna enfermedad y así.
Aquí está el matrimonio que componen M.L. (Karin Viard), una abogada y su marido de origen polaco, Piotr (Dany Boon), que está preparando un plato típico para recibir a los invitados. Allí llegan Juliette (Marina Hands) y Erwann (Patrick Chesnais), la hermana de M.L. y su novio, mayor que ella. También llegará el padre de las hermanas, Henri (Pierre Arditti), pero como Juliette no lo tolera se esconde en una pieza.
Estará también la pareja de doctores Alain y Mélanie Carcassonne (Patrick Bruel y Marina Foïs), con ella a punto de dejarlo; el abogado Lucas Mattei y su esposa Sarah (Christopher Thomspon y Emmanuelle Seigner), que también están en crisis y la profesora de flamenco, Manuela (Blanca Li) y Mauzard (Laurent Stocker) un amigo al que le quieren presentar.
Podrán imaginarse que a partir de esa cena las cosas no serán iguales. Promediando la comida, la historia avanzará un año e veremos, mediante flashbacks, cómo y porqué cambiaron. Con un elenco de grandes estrellas, los franceses no tendrán problemas en seguir todas las historias paralelas y los cruces. Aquí será algo más complicado. La suerte cambiará, pero los códigos -culturales y narrativos- seguirán iguales.