A esta cena le falta gracia, diálogos más ingeniosos y por sobre todas las cosas un poco de humor. A ese humor llamémoslo sutil o corrosivo. Hubiese sido bueno disfrutar de una cena de amigos con situaciones más jugadas. La hora cuarenta no se hubiese hecho insoportable como ocurre.
Dany Boon está comprobado que es un buen comediante, el último año lo hemos visto en “Bienvenidos al país de la locura” y demostró que tiene oficio. Aquí está desaprovechado puesto que los diálogos no terminan de convencer.
Todo transcurre en una cena, que con el paso de los minutos comprobaremos que son varias y anuales.
Allí la dictadura de la apariencia, las penas asfixiadas y los códigos de los comensales dejan visualizar que detrás de esas máscaras se esconden otras cosas. Cosas que no terminan de explotar puesto que los conflictos quedan sin resolverse.