Tan primitivo como la venganza
La justicia por mano propia es un tópico que el cine ha abordado desde incansables miradas, algunas en búsqueda de una reflexión de carácter ético o moral y otras como pretexto de un entretenimiento de violencia, sangre y maniqueísmos paroxísticos.
Ejemplos de los dos modelos sobran, pero lo que escasea es aquella película que transita en el medio de estas dos estructuras y ese sea quizás el logro de cenizas del pasado: Una sencilla pero poderosa historia de un individuo desamparado por el aparato estatal que decide tomar justicia por mano propia en defensa de su honor y dignidad.
Que el protagonista del relato dirigido por Jeremy Saulnier –también guionista- nos introduzca de lleno en la vida de un vagabundo por elección no es meramente ilustrativo, sino por elevación un concepto que busca desarrollo a medida que avanza la historia por los carriles convencionales pero que va adoptando diferentes matices en un in crescendo dramático, que tampoco ahorra en tensión y suspenso.
El desarrollo de los personajes en Cenizas del pasado es mínimo en función a la historia, aunque la pincelada de detalles y la dosificación de la información para entender los motivos del enfrentamiento completan el rompecabezas.
Jeremy Saulnier organiza un relato clásico sin embellecerlo con recursos estilísticos, no obstante en ningún momento abandona su lugar de director y mucho menos de director de actores, donde sin lugar a dudas, se destaca la performance del protagonista Macon Blair, su composición de Dwight es impecable por construirla desde las mini expresiones y las menores gestualidades posibles, se respira en cada minuto una violencia contenida que tarde o temprano sabemos que va a estallar.