Florida y Lavalle, retratadas según la mirada de Sebastián Martínez
Se suele dice que un buen cineasta debe confiar, ante todo, en las imágenes. Pues bien, Sebastián Martínez se hace cargo de esa exigencia con su notable documental Centro , exhibido en la edición del Bafici de 2010 y que ahora se estrena comercialmente en Buenos Aires.
La película funciona como una especie de rompecabezas donde la opinión del director está naturalmente esbozada en el montaje, pero Martínez configura a su modo un mapa sin fronteras del todo definidas, deja aire para que el film respire y cada espectador complete el sentido de lo que está viendo.
Documental de observación puro, Centro pone el foco en dos calles peatonales que son seña de identidad de Buenos Aires: Lavalle y Florida, escenarios de exóticas convivencias, agitados conflictos (basta recordar el reciente episodio de la expulsión de los trabajadores informales conocidos popularmente como "manteros") y postales muy particulares. Casas de cambio, cines tradicionales, locales gastronómicos y de juegos electrónicos, músicos callejeros, vendedores ambulantes, recolectores de basura, todo forma parte de ese universo abigarrado donde la ciudad habla su propia lengua.
Martínez muestra sin contaminar y resuelve con economía, eficacia e inteligencia sin apelar nunca al subrayado. En un solo plano fijo, por ejemplo, conviven los letreros luminosos de un restaurante porteño hasta la médula, un local de la cadena más importante de fast food del mundo y una iglesia de esas que han invadido la ciudad con su oprobioso merchandising espiritual.
Es casi pura superficie lo que muestra la película, confiada en que las imágenes del caos visual y el sonido de la cacofonía urbana servirán para armar una lógica de funcionamiento determinada sobre todo por regímenes de clase. Aunque Martínez -también autor de París Marsella (2005), largo que reconstruye un famoso viaje en auto del escritor Julio Cortázar y su mujer- ha declarado que su película intenta reflejar "un universo colmado de divergencias que buscan articularse y disonancias que pretenden convertirse en acordes", resulta tentador comparar los resultados de Centro con los que el vanguardista John Cage obtuvo en la época del desarrollo de la música concreta. "Mi intención fue unir extremas disparidades, tanto como se encuentran unidas en la calle de una ciudad -decía Cage sobre su Concierto para piano y orquesta- . Cualquier intento por excluir lo «irracional» en una estrategia compositiva es irracional."
Al director de Centro el registro polifónico de una ciudad tan viva como anárquica parece escapársele un poco de las manos. Quizá sea ése su mayor atractivo.