El que se acuesta con niños...
Cercana obsesión (The boy next door, 2014) es una película de clase B. Entiéndase berreta, de argumento básico y elemental con ninguna otra pretensión más allá de la explotación comercial. Esto no quiere decir que sea algo negativo per se, de hecho su argumento podría ser divertido, pero la película pareciera hacer todo lo posible por caer en cuanto cliché ande dando vueltas.
La idea: Jennifer Lopez debe ser la cuarentona más sexy que dio Hollywood en mucho tiempo. La mujer viene en picada hace rato en pequeños y lamentables papeles de “novia de”. Cercana obsesión, que está protagonizada y producida por ella, busca ponerla en primer plano nuevamente. ¿Cómo? desnudando a su protagonista. Aunque sólo a medias, con una escena tan cuidada a los 23 minutos, que sugiere más de lo que cumple.
¿La historia? Es Atracción fatal (Fatal Attraction, 1987) a la inversa. Mujer de cuarenta que en una noche de descontrol hormonal se acuesta con su atractivo vecino de veinte años, presentado como modelo de Calvin Klein. El joven tiene antecedentes violentos y se obsesiona con la mujer. Se hace amigo del hijo (también adolescente) y la persigue hasta en los cursos de literatura que ella dicta. Cuanto más lo rechaza peor se lo toma. Fin de la trama. No hay sorpresas y todo transcurre sobre la senda de lo previsible.
Además de aburrirse como un hongo, uno puede pasar el tiempo viendo la construcción ultra estereotipada de los personajes interpretados por actores de madera (Jennifer a la cabeza). El vecino (Ryan Guzman) es musculoso con el cuadrillé tallado en su abdomen y actitud de macho (arregla artefactos mecánicos, siempre engrasado y traspirado). El hijo (Ian Nelson) es tan naif que roza lo ridículo, mientras que el ex marido (John Corbett), que le fue infiel con su secretaria joven y sexy (cliché si los hay) es bueno, compañero y acusa arrepentimiento.
Los responsables de este bodrio son la guionista Barbara Curry y el director Rob Cohen que desde la primera Rápido y furioso (Fast & Furious, 2001) no mete un producto digno en cartel. En defensa de ellos debemos decir también que hay una clara intención de hacer un producto visiblemente clase B. Los tétricos recursos utilizados para escenificar los flashbacks iniciales lo confirman, del mismo modo que los evidentes muñecos en las escenas de violencia gore sobre el final.
En fin, quien quiera erotismo que busque en los videoclips de JLo que, de paso, sólo duran 3 minutos.