Esta película tenía un punto a favor para mí y era el lugar en el que transcurre: La Patagonia, uno de los lugares más lindos del mundo.
La directora y guionista, Victoria Galardi, oriunda de Bariloche, supo mostrar la belleza monumental e incomparable de esta ciudad y los rasgos característicos de sus habitantes, que son característicos, como bien ella dijo en la conferencia de prensa de hoy, de cualquier pueblo chico, en el que todo es noticia, todo se sabe, todo el mundo comenta y la discreción es una virtud de la que prácticamente todos carecen.
Lo que toda la crítica resaltó, además de la fotografía ya mencionada, es la selección de actores. Todo el elenco de esta película se luce y sabe retratar una historia simple pero llena de matices y sutilezas captadas gracias a un guión excelente.
En la conferencia de prensa, Victoria también habló de la intención que había tenido de contar una historia trágica (el intento de suicidio de la madre de dos hijas) pero con ciertos elementos humorísticos, porque justamente así es la vida, y podemos encontrar cierto alivio y decomprensión en esos momentos de humor.
Porque el humor es el acercamiento a lo trágico; casi todo evento terrible puede tener una mirada de alguna manera cómica, un poco más reconfortante, y eso es lo que la película muestra. Y en este punto – más el afiche caricaturesco– no puedo evitar recordar a la gran The Savages, con dos grandes como Laura Linney y Philip Seymour Hoffman, en la que hay un conflicto similar (en este caso un padre con demencia) y dos hermanos con miradas muy disímiles con respecto a la enfermedad irreversible y a las consecuencias de ella en el entorno del enfermo. Hay también en esta película varios momentos humorísticos que sirven para romper el clima trágico que la enfermedad supone.
En Cerro Bayo, el personaje de Inés Efrón es el que más logra este efecto cómico; Inés es una joya del cine argentino; cada vez que aparece en escena, con esa mezcla de ingenuidad y perturbación que la caracteriza, desata las carcajadas de toda la audiencia. El guión es genial y la relación entre ella y su hermano (Nahuel Pérez) tiene una naturalidad que solo ellos dos podían brindarle a esa historia. Verónica Llinás es otra actriz excelente que interpreta a la hermana más desapegada de las dos, las más racional y materialista, que deja entrever que no tuvo una buena relación con la madre, y que está más preocupada por dónde escondió su madre la plata que ganó en el casino que por si sale o no del coma. La actriz mexicana Adriana Barraza está muy bien en el personaje de la otra hermana, la más sensible, asquerosa e irritantemente sensible, totalmente devota de su madre y que muestra gran desaprobación por muchas de las conductas de su hermana.
La película se desarrolla con un ritmo y una armonía perfectos y llega a construir las realidades de sus protagonistas en sus cortos 86 minutos.
Hay una escena que quisiera destacar, que rompe con la estética de la película, cuando el personaje de Llinás entra a firmar la venta del terreno de su madre, el primer momento en el que escuchamos música extradiegética, que transcurre en cámara lenta, como otorgándole otra jerarquía, otra lectura, muy diferente al resto de las escenas. Una escena con cierto impacto visual, que desconcierta y a la vez transmite varias sensaciones.
Grandes actuaciones, un guión excelente, una puesta en escena y un montaje cuidados hasta el más mínimo detalle, nos dan como resultado esta película hermosa, una de las mejores que vi hasta ahora en Pantalla Pinamar.