Las similitudes y las diferencias
Comedia dramática de Victoria Galardi sobre una familia disfuncional.
Películas como Cerro Bayo parecen reflejar un estilo cinematográfico que muchos nuevos cineastas han empezado a abordar, especialmente las directoras. A mitad de camino entre la radicalidad severa de los filmes más independientes que circulan por festivales internacionales y los productos más ostensiblemente comerciales, existen filmes como el segundo de Victoria Galardi, donde la directora de Amorosa soledad juega con una historia chiquita, en tono bajo, que refleja emociones finalmente grandes y fundamentales.
A esa noción estilística habría que agregarle un fuerte componente temático: la familia disfuncional que se reúne, el pueblo chico, el conflicto asordinado que sale a la luz. De La Ciénaga a Los Marziano , de Encarnación a Una semana solos , de XXY a la inminente y premiada Abrir puertas y ventanas -por citar sólo algunas, todas ellas dirigidas por mujeres-, uno podría trazar casi una tradición a la que Cerro Bayo se amolda, con sus similitudes y diferencias.
La película se centra en lo que pasa en una familia que atraviesa el sorprendente intento de suicidio de la abuela, que cierra puertas y ventanas y prende el gas, no sin antes dejar algo de dinero en la tumba del que fue su marido. La mujer no muere -queda en coma-, pero la situación trae de vuelta al pueblo de la zona de Villa La Angostura a una de sus hijas, Mercedes (Verónica Llinás), con sus conflictos personales y familiares, que se enfrenta a su abnegada hermana, Marta (Adriana Barraza, la actriz mexicana de Babel ), al marido de ella, Eduardo (Guillermo Arengo) y a los hijos de esta pareja, Inés (Inés Efron) y Lucas (Nahuel Pérez Biscayart).
Cada cual tiene sus propios asuntos por resolver en lo específico además de uno, común a todos, que es el de entender lo que une y separa a esa familia aparentemente armónica. El dinero escondido será un eje importante para Mercedes y Lucas, mientras que Inés (en la parte más cómica del filme) estará preocupada por tener una relación sexual, así logrará “aflojar la tensión en el rostro” que, supone, le podría impedir ganar un concurso local de belleza en el que rivaliza con Romina (Marcela Kloosterboer).
La película por momentos se sale de ese tono menor que caracteriza buena parte de su metraje y apuesta por un registro, si se quiere, más cercano al de cierto cine independiente norteamericano, agregando una secuencia musical (con un bello tema de la banda Beirut), alguna cámara lenta y ciertos apuntes que recuerdan a títulos como Historias de familia o Pequeña Miss Sunshine .
Una película delicada, cuidada, certera en sus observaciones, sutil, Cerro Bayo no debería pasar inadvertida ante títulos más grandes que se estrenan hoy. Es el tipo de película que va dejando sus marcas de a poco, pero que son duraderas. Como muchos de los filmes nacionales citados antes, el cine de Galardi es un muy digno agregado a esta notable generación de cineastas argentinas.