Las nieves del tiempo...
Si hay algo complicado en el cine, sobre todo en lo que compete al armado de un guión, son las historias corales.
No es tarea fácil lograr que todas las historias que se presentan jueguen un delicado equilibrio y que alguna de ellas deje relegada a las demás en un segundo plano.
"Cerro Bayo" de la mano de su directora, Victoria Galardi, parece haber entendido ese secreto a la perfección, haciendo que cada uno de los personajes tenga su momento de lucimiento, su funcionalidad indispensable para la trama y su razón de ser en el relato.
Todo se desencadena cuando Juana (Adela Gleijer), la matriarca de una tradicional familia de una pequeña ciudad turística patagónica, intenta suicidarse.
Su hija Marta (Adriana Barraza, la mexicana que ha cumplido un elogioso trabajo en "Babel") llega a su casa y la encuentra prácticamente muerta. La internan rápidamente pero los daños cerebrales ya son irreversibles y por lo tanto, deberá permanecer internada hasta tanto los médicos puedan revertir el coma en el que se encuentra.
Cada uno de los personajes de esta familia se verán indiscutiblemente alterados por la noticia y por el devenir de los hechos. El panorama se completa con la llegada de Mercedes, la hermana que vive en Buenos Aires (brillante composición de Verónica Llinás) y que hace siete años que no visitaba a su familia.
Antigua reina de un concurso de belleza del Cerro Bayo, Mercedes se vinculará con su sobrina Inés desde ese lugar, ya que ella es aspirante a reina en el presente certámen.
Inés (Inés Efron) tiene una mirada particular, aniñada y supone que aquellas participantes que tienen una vida sexual activa y han tenido orgasmos, se ven más relajadas, más espontáneas y por lo tanto son más agraciadas a la vista del jurado. Su objetivo será entonces tener un orgasmo antes del día de la competencia.
Completan el panorama Lucas (Nahuel Perez Biscayart), el hijo mayor de Marta y hermano de Inés, quien trabaja como instructor de snowboard del Cerro y sueña con irse a Europa a trabajar en la nieve junto con un amigo que le propone esa aventura y Eduardo (Guillermo Arengo), marido de Marta quien se desempeña en el rubro inmobiliario y justamente recibirá la oferta para la compra de un lote por parte de inversores europeos que es propiedad de Juana y debe decidirse la venta, mientras ellas permanece en coma.
Como es tan cierto eso de "pueblo chico, infierno grande", la trama se hace más interesante aún cuando comienza a correr un rumor que inquieta de una manera u otra al equilibrio familiar. ¿Es sólo un rumor o Juana realmente ha ganado un dinero importante en el Casino un par de noches antes del episodio de intento de suicidio?
Con todos estos elementos Victoria Galardi construye un universo de historias finamente hilvanadas, con un manejo preciso de las situaciones que se desarrollan en torno al quiebre que se produce en los vinculos familiares ante la enfermedad de un ser querido, o empezar a lidiar con la posibilidad de la muerte. La directora combina el entramado familiar con los toques que se le pueden dar a la historia al estar ambientada en el ámbito de un pueblo pequeño con códigos completamente opuestos a los de la gran ciudad.
Celos, viejos amores que regresan, el dinero "ensuciando" y pervirtiendo o mostrando lo peor de cada uno se hace presente, la vida de pueblo con sus toques enormemente pintorescos (la anécdota del tapado para la fiesta de inauguración es un toque delicioso) y los lazos familiares, se encuentran retratados con diálogos inteligentes, sutiles, reales, que nos permiten rápidamente tomar contacto con este grupo de personajes tan queribles y formar parte de la trama involuntariamente.
Galardi cuenta con un elenco compacto, sin fisuras, cada uno dotando a su personaje del tono preciso y la cadencia perfecta. Quizás sólo pueda objetarse que el de Adriana Barraza se encuentre particularmente "forzado" en algunos tramos para cumplir con el phisique du rol y el acento argentino.
Guillermo Arengo, Nahuel Perez Biscayart y sobre todo Inés Efrrón aciertan en la composición de sus personajes cada uno de ellos en su cuerda y en su estilo. El toque de humor pueblerino recae en el personaje de Eugenia Alonso (a quien el año pasado vimos como la mujer de Spregelburd en "El hombre de al lado") dando vida a una criatura tan sutilmente caricaturesca como querible.
Pero un capítulo aparte mercede la arrolladora Mercedes a cargo de Verónica Llinás. Un personaje plagado de ironías, dispara certeramente las líneas de diálogo con el timing exacto y oficia quizás como una delicada ligazón entre todos los personajes. Frontal, vulnerable, valiente, impiadosa, destrozada, necesitada, en cada una de esas máscaras Verónica Llinás se detiene y brilla tan cómoda en una cuerda más dramática como histriónicamente acertada en el tono de comedia.
No hay paisaje más increiblemente bello que el de Villa La Angostura para servir de marco a esta historia coral. "Cerro Bayo" es de esas pequeñas películas que se guardan por mucho tiempo en el corazón, esas pequeñas sorpresas que aparecen muy esporádicamente en la cartelera y que uno sigue ahi, en la butaca, absorto del placer de descubrirlas.