La lucha eterna entre los terratenientes legales que disponen de un terreno, pero que no lo utilizan y los poderosos de turno, que ven una posibilidad de ocuparlo y no dudan en hacerlo gracias al beneplácito de ciertos políticos y jueces que ceden a la tentación del dinero, se ve expresado una vez más, en este documental codirigido por Daniele Incalcaterra y Fausta Quattrini.
Ambos le dan vida a una segunda parte de una misma historia. Dentro del rubro documentales, es un tanto infrecuente darle una continuidad a un caso en particular, pero, acá está justificado, pues lo narrado en "El Impenetrable" (2012) por la misma dupla, no concluyó.
Porque el italiano Daniele Incalcaterra heredó de su padre, en 1994, 5.000 hectáreas de selva virgen en el Chaco Paraguayo. Esta tierra se encuentra en disputa, porque importantes empresarios quieren tomar posesión de ella, deforestarla y explotarla con la producción de soja. Cuando comenzó el litigio, el heredero encontró la colaboración del entonces presidente Fernando Lugo, que, con un decreto, convirtió esas tierras en una reserva ecológica llamada Arcadia. Pero, como tiempo después, Lugo fue destituido, el decreto fue desestimado, aunque siguió ayudando desde otra posición.
De eso se trata Chaco, Daniele frente a cámara y en otros tramos, con su voz en off, cuenta las peripecias que transita día a día, consulta a especialistas entendidos en el tema, a amigos, abogados, políticos, etc. tanto personalmente, como por teléfono o Skype. Siempre está en movimiento, se siente luchando contra los molinos de viento, pero no piensa resignarse. Ni siquiera, cuando supo que la propiedad fue invadida y cercada. La eterna burocracia, con su particular modo de interpretar las leyes y los mapas, es un gran impedimento para que tenga un final feliz.
La estrategia por seguir y muchas de las charlas particulares que mantiene Incalcaterra, las elabora en un enorme salón en las alturas, desde donde, a través de amplios ventanales, se puede observar una impactante vista panorámica del río, ya sea de día o de noche.
El relato tiene sus altibajos, porque en determinados momentos, se detiene demasiado tiempo en mostrar las reuniones y las largas charlas mantenidas a diario y el ritmo se resiente. Pese a esto, los directores mantienen un criterio narrativo uniforme para retratar un conflicto que causa bronca e indignación, entre dos sectores completamente opuestos, qué, por lo visto hasta aquí, el que cede pierde.