Dignidad y resistencia
Presentado en calidad de premiere mundial en el [19] BAFICI, el documental de Juan Fernández Gebauer, Ignacio Ragone y Ulises de la Orden se concentra en las históricas y brutales represiones que soportaron (y aún hoy soportan) las comunidades qom, wichi y mocoví.
Territorio plagado de ecos míticos y paisajes agrestes, el Gran Chaco ha sido testigo de innumerables formas de vejación que el Estado argentino perpetró contra las comunidades originarias. Chaco (2017), documental dirigido a seis manos, pone el foco en las voces de quienes sufrieron esas injusticias y de quienes, de algún modo, las sufren como parte de una herencia cultural. Narrada en buena parte de su metraje en lengua qom, la película tiene como eje gravitacional varios momentos del pasado (el más lejano, pero también el más reciente) en los que el Estado violentó –incluso con muerte- a estas comunidades.
Pero Chaco también traza el esbozo de un momento histórico “a futuro”, a partir de la voz de los integrantes de los pueblos originarios que se encargan –con mayor o menor grado de institucionalización- de difundir estas atrocidades, o al menos de conservar los testimonios para evitar que la masacre siga ocurriendo. Juan Fernández Gebauer, Ignacio Ragone y Ulises de la Orden grafican los pasajes violentos (que llegan, incluso, hasta nuestro presente) con animaciones de corte austero pero con una potencia e identidad visual que le da al documental una identidad propia. Tal vez, la única carencia de este relato sea la ausencia de material visual –incluso gráfico- de los “del otro bando”, aunque esta ausencia responde a un criterio claramente deliberado.
En sus pasajes más “líricos”, más focalizados en la voz autóctona, la película toma cierta distancia de los ataques de las fuerzas represivas (que insultan, golpean, tirotean, asesinan) y pone en primer plano el testimonio de aborígenes que dan cuenta de su respeto por la naturaleza y de sus costumbres más ancestrales vinculadas a la caza. Es un buen contrapunto con el tema de la violencia institucional, aunque también un buen complemento. Permite observar la dialéctica comunidad/tierra, socavada por diversos estratos gubernamentales, esencialmente por la ambición desmedida que arrasa con tierras y recursos, amparada bajo la norma de la “propiedad privada”.