CONTAR LA HISTORIA
En el documental Chaco, de Ignacio Ragone, Juan Fernández Gebauer y Ulises de la Orden, referentes de distintas comunidades originarias del Gran Chaco cuentan la historia de sus pueblos, de cómo fueron combatidos y aniquilados, desde los tiempos de la conquista al presente, tanto por el fuego y la fuerza como por recursos administrativos y avivadas varias de los criollos. “El secuestro y la desaparición de personas, el robo de niños, no es algo exclusivo de 1976 a 1983, nuestros pueblos lo han sufrido desde siempre”, relata uno de los referentes comunitarios que buscan hacer conocer la historia trágica que arrastran. Hace unos años se estrenó otro documental, el fundamental Octubre Pilagá, de Valeria Mapelman, que registraba la masacre que el gobierno de Juan Domingo Perón había perpetrado contra aquella tribu en 1947. Chaco repasa aquellos hechos, pero a la vez se extiende como un mosaico que repasa el conflicto indígena en Argentina y suma a las tribus qom y wichí. La síntesis es desesperante: una lejanía cultural que parece distanciarse cada vez más y un camino inexorable de desaparición entre la miseria y el hambre por el Estado argentino somete a los indígenas.
El trabajo de Ragone, Fernández Gebauer y De la Orden es simple, porque más allá de unas animaciones que buscan ilustrar de manera artística el conflicto central del documental, se trata de una película que suscribe mayormente al formato de busto parlante, con algunos segmentos donde la observación intenta asimilar la vida de los indígenas y sus costumbres. Los realizadores saben en definitiva que lo que importa es el testimonio, y lo que van a buscar es la palabra, lo que tienen para decir estas personas silenciadas históricamente, más allá del aprovechamiento que han hecho diversos sectores políticos de los conflictos qom y mapuche en la Argentina reciente. Sin mayores virtuosismos, Chaco es directo: hay un conflicto pero también una tesis de solución. Y esta se da con la unión de las tribus, con la posibilidad de alzar la voz para que la causa se conozca. Es que precisamente el valor del documental es el de ofrecer un espacio donde las diferentes tribus difundan su historia, construyan relato, expliquen su posición y presenten a viejos referentes de su comunidad, testimonios invalorables de quienes han protagonizado las tragedias terribles de la historia.
Si el valor de Chaco es el de reunir y acopiar datos de esa historia trágica, no deja de ser otra cosa que una transposición de lo que las propias tribus han descubierto: frente a determinada historia oficial, hay que construir la contra-historia. La búsqueda de quienes conozcan la historia, la apelación a la memoria y la concreción en palabra escrita es una forma de pelearle al olvido y tratar de detener el inexorable exterminio al que Occidente ha enfrentado a los indígenas.