Chappie de Neill Blomkamp trata de ser la exploración de la antiquísima pregunta “¿que es el alma?” y “¿que nos hace humanos?”. Y digo trata, porque falla, falla por mucho.
La historia se centra en una ciudad inmersa en el caos (Johannesburgo), con 300 “asesinatos o hechos violentos por día”. En ese contexto, se crea un ejército de robots policías, que son utilizados para efectuar sin riesgos allanamientos, arrestos, etc.
Un empleado (Dev Patel) de la mega corporación que ha creado y maneja estos aparatos, sueña con la inteligencia artificial, y crea un programa para poder realizarlo. Se roba un robot que va a ser descartado y se lo instala, no sin antes discutir con Vincent Moore (Hugh Jackman), un fanático de la violencia, militarizado, inmerso en una lucha por desplegar una maquinaria de guerra urbana muy similar a los ED-209 de robocop, poco sutil, y que es constantemente denostada por sus compañeros.
Hasta ahí uno piensa que es una gran base para una película de acción, pero en ese momento, el director/guionista, empieza a discurrir sobre el alma humana, de manera poco sutil y casi tratando a todos los que la estamos viendo como niños.
Chappie queda al cuidado de una banda criminal, que sinceramente, y odio usar este término peyorativamente, parecen tontos. Le enseñan a nuestro robot a hablar, caminar, etc., dándose nombres pocos sutiles como “mami”, “papi” y al ingeniero que le instaló el programa “creador”. (Por si la metáfora de Dios, Padre y Madre no era clara)
Y en ese afán de demostrar que para ser humano no hace falta ser de carne y hueso, que el alma habita en alguien por mas que no tenga sangre, y que el corazón puede ser un adjetivo además de un órgano, las cosas que van pasando causan gracia por ser inverosímiles y estar encausadas en diálogos poco profundos en bocas de personajes estereotipados.
Chappie se transforma en un chico que se sorprende con la violencia, porque su inocencia no le permite saber que las personas pueden ser lastimadas, pero al mismo tiempo, sufre cuando lo atacan como si no pudiera relacionar el castigo físico propio con el ajeno. Es utilizado en un plan criminal por sus captores, que al mismo tiempo sufren como padres amorosos.
Del otro lado, Hugo Jackman, una caricatura de un mercenario violento que en la locura de lograr usar su invento, se transforma en un terrorista.
Ni hablar del final, que para no spoilear no digo nada, pero si algún día lo ven, van a entender de que estoy hablando.
Más allá de eso, la película tiene momentos muy divertidos, y la factura técnica en cuanto efectos es superlativa, como todo lo que ha hecho Neill Blomkamp.
En pocas palabras, le recomendaría a Neil que dirija lo que otro escribe, porque tanto Elysium como Chappie carecen de personajes complejos que le den profundidad a lo que nos quiere contar, y eso desdibuja de tal manera la historia, que las excelentes escenas de acción, se pierden en el ruido que nos hace Chappie hablando en tercera persona.