CHAPPIE es mala. Ruidosa, fea, mentirosa. Esa clase de “mala”. Esa película que intenta venderte buenas intenciones y conciencia social y lo único que quiere de vos como espectador es una rendición incondicional a la orquesta de gritos, violencia y degradación. CHAPPIE es la historia de un robot de última generación con “inteligencia artificial” que en lugar de cumplir su rol policíaco en las calles de Johanesburgo es (mal) educado por un grupo de gangsters mientras su otro “creador” (el nerd tecnológico interpretado por Dev Patel, casting racial básico que supone que todos los inmigrantes de la India son geniecillos de la computación) intenta enseñarle a comportarse como un buen robot en una ciudad caótica como la metrópolis sudafricana.
Neill Blomkamp, un director que ya probó en tres películas que tiene capacidad para generar ideas originales y arruinarlas a los cinco minutos con una cadena de atrocidades que parecen una mala imitación de otras películas que ya vimos antes (MAD MAX, ROBOCOP, en este caso también CORTOCIRCUITO y WALL-E) no suele tener idea de cómo montar o armar una escena que no involucre gritos, amenazas o música rimbombante. Es cine por acumulación de capas sonoras y visuales: ruidos de metales, voces altisonantes, cámara que se mueve inquieta como si todo el tiempo fuera a pasar algo importante y, fundamentalmente, música wall to wall, de esas que no podés escaparte ni usando tapones.
chappie_Lo más irritante del cine de Blomkamp es que su circo metálico está disfrazado de conciencia social pero es totalmente publicitario en su estética. Usa a los músicos de la mítica banda de rap/nu metal sudafricana Die Antwoord como coprotagonistas y no solo arma videoclips con sus canciones para tirar en sus próximos dos discos sino que toda la película tiene la consistencia visual y sonora de estética de la banda, como si estuviéramos frente a dos horas seguidas de un clip de Limp Bizkit o algo parecido.
Curioso es, también, que tenga en la película de Hugh Jackman y a Sigourney Weaver completamente desaprovechados, mientras dedica su tiempo a lidiar con la conflictiva educación del tal Chappie, cuyo armado involucra evolucionar de bebé a adolescente bardero en unos pocos días. Es decir, aprender a decir mamá, unas cuantas palabrotas y a disparar armas de fuego. Chappie es una máquina de metal, claro, pero la voz es de Sharlto Copley, otro descubrimiento suyo (allá por la época de DISTRICT 9), un actor al que la palabra irritante le queda muy muy chica.
NINJA;Jose Pablo CantilloAsí, entre chistes malos y un melodrama robofamiliar, se esconde una trama sobre el control corporativo de las fuerzas del orden en Sudáfrica que podría, en manos de un director con un poquitín más de sutileza, ser relativamente interesante. Sí, ya lo hemos visto tratado de manera similar en ROBOCOP, pero si a eso se le aplica la dureza del Tercer Mundo la situación se vuelve más intensa. Pero no. Blomkamp solo quiere atosigarte, atravesarte los oídos y sacudirte la vista sin un mínimo descanso ni para tomar aire y reflexionar, aunque sea mínimamente, sobre las potenciales implicancias de lo que estamos viendo. Sacarlas del “gesto anti-corporativo” del cine de acción y hacer algo real con eso.
El director tiene en sus manos la próxima película de ALIEN. Y si nadie hace nada al respecto lo más probable es que le aplique su fórmula de lucha libre a la querible saga. Sería una pena. Si bien se trata de una historia a la que un grado de nervio e intensidad no le vienen necesariamente mal, hay una cantidad de sutilezas en ese universo que Blomkamp parece incapaz de manejar con su estilo bombástico de comercial de ESPN. Si hay una junta de firmas para cambiarlo de proyecto (Michael Bay podría pasarle la próxima TRANSFORMERS, por ejemplo), cuenten conmigo…