Chappie

Crítica de Jessica Blady - Malditos Nerds - Vorterix

Cuando se estrenó “Sector 9” (District 9, 2009), tanto el público como la crítica aplaudieron la visión original, el estilo despojado y el análisis social disfrazado de relato de ciencia ficción que el debutante Neill Blomkamp le impregnó a esta historia sobre extraterrestres marginados de Johannesburgo. “Elysium” (2013) mantiene en pie un montón de estos elementos que destacaron al director y guionista sudafricano, pero no logró el mismo impacto y coherencia, quedándose a mitad de camino entre la película de acción-espectáculo y la crítica socio-económica futurista.
“Chappie” (2015) tiene ganas de enmendar esos errores y, al igual que con su debut cinematográfico, Blomkamp echa mano a uno de sus viejos cortometrajes (“Tetra Vaal”, 2004) para hilar, junto a su coescritora de cabecera Terri Tatchell, este nuevo thriller sci-fi cargado de acción, violencia, humor y cierta ternura gracias a su metálico protagonista.
“Chappie” (tanto la película como el personaje del título) tiene buenas intenciones, pero se queda a mitad de camino, simplemente, porque esas intenciones son demasiadas. Llega un punto de no retorno donde ya no pueden acomodarse la infinidad de ideas que el realizador nos propone, nociones que se entrecruzan y chocan entre sí despojando al relato de toda coherencia y sentido.
Ojo, la historia se entiende, pero los conceptos que plantea Blomkamp (tan bien construidos en “Sector 9”) terminan siendo contradictorios, desorientan y hasta aburren. El realizador arranca, una vez más, con esa estética semi-documental (que capta todo “en video”) que tan efectiva le resultó para contar la historia de Wikus Van De Merwe, pero la abandona casi enseguida como si se hubiese arrepentido. Este tipo de inconsistencias se repiten a lo largo de toda la película, que se balancea entre un relato oscuro, violento y metafórico sobre la infancia y las pandillas/guerrillas sudafricanas, y un cuentito de hadas cargado de ingenuidad y ternura. Al final, ninguno de los dos funciona.
Estamos en Johannesburgo en un tiempo ¿futuro? indefinido. Para reducir los altísimos índices de criminalidad, el gobierno ha puesto toda su confianza en una fuerza robótica policial cortesía de la empresa armamentista Tetravaal, un logro que consiguió reducir ampliamente la delincuencia en las calles.
El creador de los androides, Deon Wilson (Dev Patel), tiene planes más ambiciosos para sus criaturas y, sin la aprobación de la directora de la empresa Michelle Bradley (Sigourney Weaver), decide seguir adelante con un proyecto personal: la construcción de un prototipo de inteligencia artificial que imita la mente humana hasta el punto de sentir emociones y tener opiniones propias en vez de seguir las directivas que se le asignen.
Ante la negativa de poder probarlo en uno de los robots de la empresa, Deon sustrae uno de los “oficiales” dañados antes de ser destruido con la intención de concretar su proyecto, pero en el camino es interceptado por una bandita de delincuentes de poca monta que, sabiendo muy bien a que se dedica el muchacho, le exigen que programe uno de los robots para ayudarlos en sus felonías.
Ante las amenazas de los pandilleros -Ninja (Watkin Tudor Jones), Yolandi (Yolandi Visser) y Amerika (Jose Pablo Cantillo)- Deon le da vida a Chappie (con la voz y movimientos de Sharlto Copley), un nuevo ser que deberá aprender desde cero, al igual que un bebé humano que se desarrolla más rápidamente. Chappie resulta un curioso e ingenuo pequeñín encerrado en un cuerpo blindado, con todos sus miedos y curiosidades, pero también con la capacidad de decidir por sí mismo.
El robot queda al cuidado y la “crianza” de su nueva familia disfuncional con la intención de que pronto pueda ser de utilidad para perpetrar grandes golpes criminales. Por el camino va creando un estrecho vínculo con su nueva mamá y va aprendiendo a expandir sus conocimientos y habilidades (tanto las buenas como las ilegales), y descubriendo la crueldad de la que es capaz el ser humano. Todo esto forja la personalidad del robot al que su creador le inculcó el libre albedrío, pero al mismo tiempo, le prohíbe constantemente unas cuantas actitudes. Entonces, ¿en qué quedamos?
“Chappie” está plagada de este tipo de incoherencias que no encuentran salida por ningún lado. Blomkamp nos presenta una pandilla de delincuentes ultraviolenta, pero al mismo tiempo casi infantiloide, que pretende agregar una cuota de humor bastante fallida. No ayuda el hecho de que esté protagonizada por los miembros de la banda de rap Die Antwoord y sus escasas habilidades interpretativas.
El director intenta conmover y enternecernos con la figura y la historia de Chappie (una cruza entre Johnny 5 y Robocop), pero no logra su objetivo, en parte, porque el contexto está muy mal construido. Hay violencia desmedida, Hugh Jackman interpretando a un malo muy malo ex militar sin más motivaciones que los celos y la codicia, y todos esos lugares comunes que terminamos odiando en las películas de acción más berretas.
Al final, Blomkamp se copia a sí mismo y termina repitiendo el “esquema” (pero trunco) de su primera película. Entonces, su propia originalidad se diluye, desmereciendo una obra que un poco más cuidada en los detalles narrativos (desde lo visual cumple, aunque no aporta nada nuevo) podría haber sido más interesante y traspasado esa frontera del mero entretenimiento intrascendente al que aspira.