A medias
Digamos, total nadie nos censura, que al día de hoy con el estreno de Chappie, Neill Blomkamp continúa una especie de saga personal de largometrajes donde revisa los temas clásicos de la ciencia ficción: la invasión extraterrestre en Sector 9; la distopía clásica en Elysium; la robótica y la inteligencia artificial con Chappie. Y sí, la ciencia ficción es a veces un género preocupado y filosófico, lo cual implica que puede producir bodoques aburridos e injustificadamente festejados como 2001: odisea en el espacio, y esas cosas que hace Christopher Nolan últimamente. Pero Blomkamp, que es consciente de estos peligros, tiene la voluntad de incluir en sus películas el movimiento como eje narrativo, y también quiere intentar reflexionar sobre la tecnología y la deshumanización, y también quiere contarnos la política y la realidad social de su Sudáfrica natal. Todo esto metido a presión en el guión de Chappie que, sin dudas, es confusa.
Desde la introducción se van sugiriendo una cantidad de tramas bastante densas, algo así como tres películas en una, y Blomkamp no termina nunca de decidirse cuál es la importante. Lo que más recordaremos es la historia de la relación de Chappie con los humanos que él cree que son su padres, un par de gánsteres de medio pelo. Si Blomkamp utilizaba a los extraterrestres de Sector 9 para decir las obviedades que él creía que tenía que decir sobre el Apartheid, aquí aprovecha para descargar su sabiduría obvia sobre los mecanismos de las familias disfuncionales.
Así uno puede ir enumerando una cantidad de elementos que se quedan a medias, una suma de medio pelo que hacen un conjunto que tiende a la mediocridad. Por ejemplo, los personajes de cartón que interpretan las estrellas que legitiman esta producción, Sigourney Weaver y Hugh Jackman, un desaprovechamiento absoluto de dos talentos probados cuya participación final es olvidable. Lo de Weaver es comparable al anti-carisma mostrado por Julianne Moore en Los juegos del hambre: Sinsajo parte 1.
Blomkamp debe ser uno de los directores que filma de manera más verosímil el metal, todas las maquinas en sus películas se ven reales; además su capacidad como director se ve más claramente en las secuencias de acción, a pesar de que en esta película abusa de la cámara lenta y demuestra no ser implacable en este apartado.
Los críticos deberíamos poder responder concreta y claramente por una película que vimos, esbozar al menos algunos juicios sueltos que describan y valoren al mismo tiempo, o casi. Si alguna vez me preguntan rápidamente que pienso de Chappie creo que deberé contestar que es una película cuyo protagonista es el robot consiente de Yo, robot, pero con la lógica de un cachorrito; cuyo guion es el de Robocop, pero en Sudáfrica; cuyos actores más famosos son Wolverine de X-men y Ripley de Alien, el octavo pasajero; y que gracias a ella nos dimos cuenta que su director, como dice el Cuarteto de Nos, se viste como Kant y piensa como Armani.