No hace falta agregar que Neil Blomkamp es uno de los grandes hacedores del cine de ciencia ficción de los últimos tiempos, y mucho menos que sus películas suponen una reflexión filosófica acerca de los cambios en el consumo y de la dependencia de la tecnología. Basta repasar sus anteriores filmes (“Distrito 9”, “Elysium”) para poder comprender su profunda necesidad de darle un giro a las clásicas películas en las que los hombres conviven con androides/robots/tecnología.
En “Chappie” (Sudáfrica, USA, México, 2015) a lo anteriormente mencionado se suma un análisis del control y poder de las sociedades actuales. El director imagina un futuro no tan lejano en la que robots conparten con la policía la tarea de apresar y patrullar las calles a fin de mantener el status quo vigente.
La película se centrará en dos figuras antagónicas Deon (Dev Patel) y Vincent (Hugh Jackman) empleados de una empresa de armamentos llamada Tetravaal encargada de proveer los robots para las fuerzas. Mientras Deon creó Los Exploradores, los robots que actualmente acompañan a la policía, Vincent inventó una máquina (Alce) que va más allá que éstos y hasta puede volar.
Claro está que el costo es mucho más alto que los de Deon, por lo que la jefa del lugar (Sigourney Weawer) no quiere innovar ni mucho menos perder tiempo en ellos. Pero así como Vincent se frustra por no poder lograr ubicar su producto, Deon también siente cierta pena al no poder colocar un proyecto de IA (inteligencia artificial) en la empresa.
“Vendemos armas, no robots que escriban poesía” le grita Michelle Bradley (Weawer) y le cierra la puerta de su oficina. Paralelamente un grupo de malhechores intenta mantenerse al margen del control policial, pero cuando asumen una deuda por un atraco mal hecho, creen que en conseguir al creador de Los Exploradores para poder controlarlos, estará la solución de todos sus males.
Justo deciden secuestrarlo el día que un despechado Deon roba uno de Los Exploradores rechazados por mal funcionamiento para probar su software de IA, y entre la banda de malvivientes y él crearán al robot que da título al filme, Chappie, una mezcla de ET, Cortocircuito y Robocop, con el que deberán lidiar, educándolo desde cero, casi como a un niño.
Blomkamp deja la acción por un instante para reflexionar, a partir de ese momento, en cómo la desmesura de los cuerpos humanos tratarán de “domesticar” al robot, transformándose en sus profesores y acompañantes en cada paso que dé. Pero mientras Deon busca llevarlo hacia el camino de la responsabilidad y el trabajo, los “villanos” buscarán acercarlo al delito, los malos hábitos y la perversión (impagables las escenas en las que Chappie es un gangster más y habla con el slang de ellos). Entre ambos mundos es en donde Chappie, comenzará a andar, intentando responder siempre con buena predisposición a cada tarea que le sea encomendada, aún sin saber qué es lo correcto y qué no.
El director deja la ciencia ficción y reflexiona sobre las relaciones actuales, encomendadas por la mala voluntad, el prejuicio y el castigo como manera de premio. Mientras Chappie avanza paso a paso en su aprendizaje, Vincent desenmascarará el robo de Deon para así poder implementar un ejército de sus creaciones con las que intentará dominar el mundo. Pero nada será fácil ni para Deon y sus aliados villanos, para Vincent, ni mucho menos para el grupo al que se le debe dinero, que verá en Chappie una posibilidad para poder delinquir sin ser descubiertos.
Paradoja de la tecnología, parábola del creador superado por lo que inventa, “Chappie” es un filme entretenido, soberbio y con una dirección de cámaras envolventes, que suma en tensión a partir de la reflexión de la convivencia entre robots y seres humanos y que mantiene en vilo al espectador hasta el último segundo del metraje y nos otorga uno de los personajes más entrañables del cine de ciencia ficción de los últimos tiempos