La inocencia de un robot.
Fusión entre Robocop y Wall-E, y con reminiscencias a muchos otros films, Chappie quizá nos marque un momento en el que puede acuñarse un subgénero que aún no se ha oficializado como tal: el de los robots en un futuro sumamente inseguro y violento. Hombre y máquina no conviven en armonía precisamente, por más que la lectura general sea que han llegado para quedarse y para salvarnos.
Chappie es el primer robot creado con capacidad de pensar y sentir por sí mismo. De ser un androide de la compañía Tetravaal al servicio de la policía pasa a ser un recién nacido que tendrá que aprender de cero cómo sobrevivir en un mundo hostil. Rodeado de criminales, Chappie tendrá que entender cuál es la diferencia entre el bien y el mal y, sobre todo, decidir de qué lado está. Como tantas otras, es innegable que ésta película exacerba la tontería propia del ser humano de querer colocarle conciencia a un artefacto. No estamos muy lejos de eso; hasta llegamos a encariñarnos con los electrodomésticos que están a nuestro alrededor, hecho que nos vuelve cada vez más materialistas y dependientes.
Pero la cinta de Neill Blomkamp es mucho más que todo esto (que parece demasiado). Chappie tiene muchas características y clichés propios del género pero además se anima a arremeter con temas sensibles como la crianza de un “niño” que acaba de venir al mundo, mechado con una dosis de espiritualidad relacionada con la muerte. Igualmente la gracia de una película como ésta no es encontrarle el costado sensible o emotivo sino más bien disfrutar de un relato inteligente y bien llevado dentro de la ciencia ficción. No podía esperarse menos de Blomkamp, creador de las elogiadas Sector 9 (2009) y Elysium (2013), que traduce todos estos elementos en un nuevo film por demás vertiginoso.
A esto hay que adicionarle más componentes de color, como son las apariciones de personajes reales: los raperos Ninja y Yolandi Visser cuyas voces se pueden escuchar en la banda sonora, y que además interpretan a una pareja de gangsters. Por otro lado, se destaca Hugh Jackman como referente racista y trepador, y una Sigourney Weaver en un papel pequeño, como nos tiene acostumbrados últimamente. Sharlto Copley, rostro emblemático de la apocalíptica y ya mencionada Sector 9, le presta su voz al robot protagonista, mientras que Dev Patel (Slumdog Millionaire: ¿Quién quiere ser millonario?, 2008) es creíble en el papel de su creador. Una pareja muy acorde a la hora de retratar la complicidad.
Meritorio trabajo de un director que decide filmar en su natal Johannesburgo y que nos propone un final abierto y un tanto innecesario, como si quisiera dejarnos un mensaje. Un desenlace que quizá no fue el más afortunado pero que, por suerte, no estropea la trama.