Afluentes en el rincón del corazón.
Parafraseando, así se llega antes y entonces que comience la música, que el torbellino de palabras de aquellas canciones de las que estamos constituidos trace a la par de la estela del río un mapa imaginario en el cual el sonido del pasado se hace presente para representar la única verdad que es la del corazón. Ahí llega el susurro frente al murmullo de lo incierto y entonces una voz dice algo parecido a ésto: no importa el lugar, si vienes o si vas, la vida es un camino, un camino para andar. Andar implica siempre seguir un norte, dejar la orilla del conformismo para encontrar en otra orilla la brújula del sonido de eso que nos recuerda quiénes somos y ese es el objetivo primario de un documental donde la expresa ausencia de especialistas, críticos, musicólogos o teóricos reputados abre las puertas a la música, a los hacedores de esa música para dar en la tecla o en el centro de la identidad de lo que podría llamarse -aventuradamente- cancionero rioplatense.
Ese enorme mestizaje de ritmos, estilos y géneros muta desde hace siglos, se retroalimenta mientras el tiempo vuela y se pierde para volver a buscarlo.
El músico Pablo Dacal, acompañado por la cámara y la dirección de Julián Chalde reconstruyen un cancionero caprichoso, que reúne artistas argentinos y uruguayos en un devenir atado al armazón de una banda de sonido donde se van sumando versiones en vivo de diferentes canciones y épocas. Los nombres no importan tanto como la música que brota desde el candombe hasta la cumbia, en el tango y el rock and roll, en la murga y en la poesía de las letras.
No se necesita recurrir a ningún material de archivo porque la propuesta de Charco … es mucho más lúdica que rigurosa en términos periodísticos. Esa virtud plasmada en el vaivén de las dos orillas, de paseos urbanos o alejados de la ciudad generan una irresistible y seductora sensibilidad que estalla con la fuerza de las interpretaciones, tanto de solistas como de dúos o grupos más numerosos que contribuyen a cada surco de un disco eterno y nuevamente se cuela otra canción y el parafraseo funde pasado y presente, baila enloquecido entre tambores de pregoneros mientras una vihuela sostiene el lamento de un desaire del destino, que vuelve en un tango oxidado desde la orilla de la melancolía, se impregnan del olor a café de La Paz y se hace humo en el agua.
¿Escuchan? Viene el torbellino ¿y de qué lado se quedan?