El fenómeno internacional de la miniserie de HBO sobre el desastre de Chernobyl estrenada en el 2019 no cayó bien en Rusia y poco después de su exhibición la industria cinematográfica de ese país enseguida se puso en marcha para contar su versión de los hechos.
De este modo surgió la primera gran producción local relacionada con esta temática.
El resultado es un film bochornoso que trae al recuerdo (y esta es la gran paradoja) esas películas norteamericana del cine catástrofe que se hicieron para la televisión en los años ´90.
La dirección corrió por cuenta del actor (también portagonista) Danila Kolovzkiy, miembro del reparto de la serie Vikings, quien debe ser un fan apasionado de Michael Bay y en este caso presenta una especie de Pearl Harbor ruso con el tema de la planta nuclear.
La trama elabora un melodrama barato entre un bombero y una peluquera que tiene como contexto el accidente de la planta nuclear. La película tiene la intención de rendirle homenaje a los primeros rescatistas que llegaron al lugar de los hechos poco después de la explosión y hubiera sido un gesto noble si el contenido de la historia no estuviera contaminado por la estupidez.
El relato de Kolovzkiy abusa de escenas inverosímiles que son imposibles de comprar. Por ejemplo, el hecho que el protagonista entre y salga de la zona de la explosión como sin nada y la radiación no lo afecte, mientras sus compañeros caen como moscas.
Después tenemos otro momento de idiotez descomunal con un nene que capta con filmadora el momento exacto de la explosión (muy conveniente) con el fin de intensificar el melodrama relacionado con las víctimas de la radiación.
Para quienes no conocen la historia de Chernobyl la película deja la impresión que saltó una térmica y después algún cortocircuito se fue de las manos, sin embargo lo importante es que el pueblo ruso se mantuvo unido.
El concepto de la autocrítica no existe y todas las cuestiones que se denunciaban en la serie de HBO en este caso optaron por esconderlas debajo de una alfombra, no vaya a ser que se ofendiera al régimen soviético.
La única característica rescatable de esta película, es justo mencionarlo, pasa por el desarrollo del primer acto antes que se desate la tragedia. En los primeros 15 minutos podemos ver con una lograda reconstrucción del período, la vida cotidiana en la ciudad de Prypyat, una localidad que representaba el orgullo de la Unión Soviética.
Esas escenas detallan también como la cultura occidental empezaba a infiltrarse dentro de la comunidad rusa a mediado de los años ´80 y dentro de la historia es un elemento que estuvo bien trabajado.
El resto es un desastre porque aborda tema complejo desde el melodrama artificial sin el menor interés por explorar con madurez y honestidad los hechos que llevaron al desastre y sus consecuencias. Ahora si buscan una telenovela sensacionalista con el tema de Chernobyl esta película probablemente los deje más satisfechos.