Insípido aporte cinematográfico que busca recrear las hazañas de un heroico bombero ruso, durante la trágica explosión en Chernobyl. Quien mejor que la propia industria rusa para contar su verdad acerca de los funestos hechos que tuvieran al mundo en vilo, ocurridos en abril de 1986. Puede concebirse la presente película como un acto contestatario a la exitosa serie protagonizada por Jared Harris, Stellan Skarsgaard y Emily Watson, aclamado producto de HBO, estrenado en 2019. Si la serie, con denodado compromiso social y un cabal entendimiento del entramado político, pretendía colocar en contexto el daño ecológico sin precedentes causado por la central nuclear, buscando visibilizar a los responsables del desastre, aquel factor brilla por su ausencia en un largometraje ingenuo, solapado y por demás insuficiente a la hora de responder interrogantes acerca de los auténticos responsables del desastre. Tomando mínimas consideraciones ideológicas acerca de la situación política que atravesaba la, por entonces, Unión Soviética, la realizadora Danila Koskovskiy se ocupa, mediante el empleo de una solvente técnica visual, en colocar el punto de interés sobre la lucha en contra de las adversidades que suele convertirse en el núcleo central de todo cine de catástrofe que se precie de tal. Podemos revisar la profusa producción del subgénero, desde su eclosión a mediados de los años ’70, con películas hollywoodenses como «El Coloso en Llamas» o «Poseidón». Mediante un diseño conceptual que no escapa al cliché y recurriendo a escenas de impacto que no traducen caudal emotivo alguno, existe en «Chernobyl» un nulo interés por revisar el pasado. Por el contrario, la subtrama romántica que, incomprensiblemente, se dimensiona ante nuestra incredulidad, desperdicia enorme cantidad de metraje y se convierte en un lastre narrativo que dilapida el considerable potencial del film.