En 2019 la miniserie “Chernobyl” se convirtió en el fenómeno de crítica y audiencia del momento. Producida por HBO, logró una amplia presencia mediática y una incesante difusión boca a boca que coronó su suceso con una abundante cosecha en la temporada de premiaciones. Pero por mucho consenso logrado tampoco se le puede gustar a todo el mundo, y así es como también surgieron las voces críticas, sobre todo las que venían de algunos de los países involucrados. En Rusia en particular se hicieron oír varias voces disconformes con el retrato crítico que la serie hizo sobre la Unión Soviética y sus autoridades y se habló, con diferentes niveles de argumentación, de flagrante maniqueísmo, de propaganda occidental y hasta de conspiración antirrusa. En medio del barullo surgieron también los anuncios de la respuesta rusa en forma de película o serie que vendría a poner las cosas en su lugar.
Apenas un par de años después llegó finalmente el estreno internacional de Chernóbil: La película, lo cual nos habilitaba en principio a suponer que ya teníamos la versión rusa de los hechos, o por lo menos una de las versiones posibles. El resultado decididamente no está a la altura de esas expectativas, porque si lo que esperábamos era ver que tenían los rusos para decir acerca del episodio, nos vamos a quedar con las ganas, ya que con este film sus autores lo que demuestran es que no tienen para decir demasiado.
Ya un par de carteles al inicio nos ponen sobre aviso. El primero nos dice lo que ya sabemos, que el film está basado en hechos reales: el catastrófico accidente ocurrido en 1986 en la central nuclear ubicada al norte de Ucrania, en aquel entonces integrante de la Unión Soviética. Pero el segundo va en sentido contrario y nos advierte que los personajes y sus historias de vida son ficticios. Lo que nos vamos a enterar con el transcurso del relato es que la película tiene más de lo segundo que de lo primero.
El protagonista, que como ya sabemos no está inspirado en un personaje real, o lo está en todo caso en los “héroes anónimos” del caso, es Alexey, (interpretado por el mismo director del film Danila Kozlovsky) un bombero asignado temporalmente a la zona, un trabajador raso, un tipo común, del pueblo, medio tarambana pero bien intencionado. Alexey se encuentra medio de casualidad, con su ex novia Olga. Encuentro que viene con sorpresa porque ahí descubre que Olga tiene un hijo de diez años y que innegablemente él es el padre. Ahí ya tenemos servida la trama emotiva, que se va a potenciar con los torpes intentos de Alexey de reconquistar a Olga y armar, o re-armar, una familia, contra la previsible resistencia y lógico resentimiento de Olga por haber sido abandonada en el pasado. Kozlovsky se toma media hora para presentar ese drama humano y recién ahí se produce la explosión del reactor que le va a cambiar la vida a todos, incluidos nuestros protagonistas. Mientras Olga y su hijo son evacuados de la ciudad, con el niño seriamente afectado por haber sido testigo en el momento del desastre, Alexey es reclutado para adentrarse en la central junto con un ingeniero y un buzo militar en una misión casi suicida pero de vital importancia.
Chernobil: La película es un claro ejemplo de cine catástrofe, con elementos de heroísmo, romance, espectacularidad, alta tensión y valores humanos. ¿Esto es algo malo? Bueno, no necesariamente. El problema es que estamos hablando del mayor accidente nuclear de la historia, con un trasfondo político bastante turbio o por lo menos nunca del todo aclarado. Se podrá estar o no de acuerdo con el abordaje de la serie de HBO, pero, en todo caso, esta iba al hueso del asunto: el por qué se produjo la catástrofe y cómo se manejó. Chernobil: La película patea la pelota para cualquier lado, donde el accidente no deja de ser apenas un escenario para ofrecer una de acción y drama familiar, lo cual de algún modo no dejaría de ser tampoco una toma de posición.
La elección de protagonistas dentro del llano le sirve a los autores no sólo para destacar el heroísmo anónimo sino también para dejar el tema de las responsabilidades fuera de cuadro. Los únicos momentos en que parecen querer dar alguna respuesta a la pregunta del por qué y el cómo dejan clara su postura que es la de no asumir ninguna explícitamente. En un momento, uno de los enviados a la misión se pregunta cómo es que se produjo la explosión, otro le responde “por las personas”, cuando el primero repregunta “‘¿qué personas exactamente?”, el segundo da por terminada la cuestión con un “¿acaso importa?”. Al igual que a ese personaje, a los autores del film no les interesa ni la causa ni los responsables. Las críticas son pocas y tímidas y un poco como de compromiso, como para que nadie los acuse de no haberlas incluido.
Chernobil: La película no es una obra destacable pero tampoco es exactamente una mala película. Es manipuladora, plagada de golpes bajos, distribuyendo sus efectos con la sutileza de una explosión nuclear, pero también está filmada con pericia, las escenas filmadas en la central son visualmente atractivas, la acción es atrapante y si bien el drama humano está trazado con brocha gorda, los personajes se hacen queribles. Pero el problema pasa por otro lado, por lo insustancial de su propuesta y por el hecho de que hay algo inevitablemente incómodo y hasta ridículo en ver desplegarse esta historia en ese contexto.
No se trata de una pieza de propaganda o contrapropaganda, o una respuesta a la serie norteamericana. Eso hubiera sido más jugado, más valiente, más interesante. Más que una película fallida se siente como una oportunidad desperdiciada. Si alguien tenía interés en conocer la versión rusa de los hechos va a tener que seguir esperando. Veremos si en el futuro alguien, algún otro, desde ese lugar produce otra versión donde tome una posición más concreta y tanga algo más jugado, más sustancioso, más relevante que decir.
CHERNÓBIL: LA PELÍCULA
Chernobyl. Rusia, 2021.
Dirección: Danila Kozlovsky. Elenco: Danila Kozlovsky, Oksana Akinshina, Filipp Avdeev, Ravshana Kurkova, Nikolay Kozak, Igor Chernevich, Artur Beschastnyy. Guión: Elena Ivanova, Aleksey Kazakov. Música: Voxeaa. Edición: Mariya Likhachyova. Producción: Danila Kozlovskiy, Sergey Melkumov, Alexander Rodnyansky, Vadim Vereshchagin. Producción Ejecutiva: Malik Sam Hayat. Duración: 136 minutos.