Cine con realismo mágico
Una caseta es descubierta en el abismo de la noche y de la selva filipina. Su ubicación, sumamente extraña si se la analiza en relación a la geografía que la rodea, (re) despierta las supersticiones de los aldeanos del lugar que, frente a lo desconocido, meditan como enfrentarse a esta amenazante estructura mientras, a su vez, uno de ellos también anticipa el peligro de esta construcción desde las imágenes de sus propios sueños.
Posteriormente, el escenario se traslada abruptamente hacia el interior de un departamento en la ciudad de Montevideo. Una mujer bien posicionada económicamente vive allí y es observada desde una cercanía amenazante por un joven que está en el interior del lugar. Chico, el presunto intruso, es un humilde marinero de un ostentoso crucero patagónico que, en un lugar recóndito del barco, mantiene oculta una puerta que parecería idéntica a cualquier otra, pero que posee la particularidad de ser un portal al departamento de la presunta mujer burguesa.
La ópera prima del ya interesante realizador uruguayo Alex Piperno se vale del disparador fantástico para entretejer los tres disímiles mundos en cuestión (con una clara influencia del escritor también montevideano Mario Levrero) y dar lugar a contemplaciones, transiciones y acercamientos que intercalan entre la inseguridad por lo desconocido y una tierna inocencia, propia de personajes tan fantásticos como el portal que los relaciona, pero que nunca se distancian del realismo al que se sujeta la narración y la delicada puesta en escena, favorecida por la construcción de cuidados planos fijos (de hecho, toda la película mantiene a la cámara inmóvil) y una imponente fotografía a cargo del ya experimentado Manuel Rebella.
Valiéndose de las reflexiones de sus constantes viajes en barco de Buenos Aires a Montevideo y viceversa, el realizador uruguayo compone un relato donde las distancias no se miden entre puntos que las delimitan, sino entre búsquedas que, a pesar de no definir deseos concretos, sí responden a la inquietud de acercarse a otras posibles realidades que anhelamos, esquivamos o que fuerzas indescriptibles nos incitan a conocer.
Si bien estamos ante una producción donde lo experimental prevalece por sobre lo argumental, la película de Piperno resulta estimulante aún si nos detenemos en importantes riesgos que podrían atentar contra el efectismo seguro, tales como prescindir del movimiento de cámara o no utilizar ninguna musicalización que pueda opacar los sonidos propios de espacios que no solo resaltan por el impacto que causan visualmente tamaños contrastes geográficos y de clase, sino también por el poderoso nivel de detalle que ostentan.
De notable paso por Berlinale (donde tuvo su premiere internacional y obtuvo el Tagesspiegel Award) y el pasado Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, entre otros, Chico ventana también quisiera tener un submarino es un más que satisfactorio debut en el largometraje de Alex Piperno, que apuesta a resurgir y reinventar lo fantástico con una frescura innovadora e irresistible.