Esa sensación de estar en el mundo comprendiendo que hay tantas otras millones de formas puede resultar liberador o desesperante. Nos hace conscientes que podríamos habitar de un modo distinto, que nuestros destinos podrían ser otros. Chico ventana también quisiera tener un submarino presenta tres historias en tres espacios geográficos distintos: un grupo de trabajadores campesinos descubre una casilla en medio de los pastizales de la selva filipina. Una mujer en Montevideo vuelve a su departamento donde la espera un desconocido. Un joven trabaja en un crucero por la Patagonia y encuentra el modo de evadirse a través de una puerta escondida.