Chimpancés

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

La gran pregunta que plantea esta producción hollywoodense, específicamente de la factoría Disney, es: ¿A quién va dirigido?

Primordialmente el tema, antes de ser espectadores del filme, incluiría a los niños en edades de ser ya poseedores de una capacidad de interpretación y del placer por el cine, tanto por lo que denota el título de la realización como la imagen de la publicidad grafica o visual del mismo.

Pero apenas iniciado nos damos cuenta que la estructura elegida para narrar la historia se adscribe al género documental. Una voz en off va relatando la vida de una cría de chimpancé llamado “Oscar” (¿Quién le puso el nombre? ¿El simio responde cuando lo llaman?, etc)

Oscar esta rodeado de muchos primates de su misma especie, su madre no le saca los ojos de encima, ni las manos, ni las patas, ni le saca las tetas, es más, estas últimas las necesita para sobrevivir en los primeros instantes de su vida.

Pero allí va transitando la existencia de Oscar junto a su madre Isha, en medio de su grupo comandado por un macho alfa llamado Freddie. Toda información deviene del narrador, que en la versión original es Tim Allen, pero insisto, no dice nada respecto de quién le puso los nombres a las criaturas.

Esta planificación de diseño narrativo ya deja afuera a los niños encuadrados en la edad puber, digamos 9 a 12 años.

Esta necesidad de humanizar el texto, haciendo hacer, o sea manipulando las imágenes desde el montaje, para narrarnos una historia que se completa cuando nos presenta al grupo comandado por Scar, otro macho alfa de otra caterva de antropoides, mucho más “salvajes”, “violentos”, quienes, en oposición al grupo de Freddie, intentaran echarlos del lugar codiciado porque en el se encuentran los nogales de donde sustraen la base de su alimentación.

Entonces somos testigos de imágenes de violencia extrema llevadas adelante por el malo de Scar, el mismo nombre que el león malo de “El Rey León” (1994), película animada, toda una joyita. En una de esas secuencias, rodada como el resto del filme con una técnica impecable, muy buena fotografía, y apoyada magistralmente por la música, por momentos contrapuntistica, en otros en función empática con las imágenes, muere Isha, la madre de Oscar, quien queda huérfano, sin nadie que lo ayude a sobrevivir, lo que se plantea como crónica de una muerte anunciada.

En ese preciso instante quedan fuera del registro todos los niños de entre 3 y 6 años, para quienes esta tragedia no les pasa desapercibida por identificación directa.

Pero como nada es del todo malo…

Esta cuestión de necesitar narrar una historia de ficción tomando imágenes de una realidad e intentar humanizarla es lo que produce un efecto inverso al propuesto.

Recurriendo a Baruj Spinoza, filósofo, si los hubo, quien planteaba a la naturaleza como una existencia en sí, no hay ni bueno ni malo como concepto en la naturaleza, ella es. Su formula es: “Deus, Vive Substancia, Sive Natura”. Que significa más o menos que “Dios es la naturaleza, la naturaleza es todo, una sola substancia, todo es parte inmanente de todo”.

En el año 1996 pudimos ser testigos del estreno del filme francés “Microcosmos”, 24 horas en la vida de algunos insectos, manipulando desde el montaje las imágenes obtenidas, el tiempo y el espacio donde se desarrollan esas acciones, pero sin la manipulación del espectador.

Para esta producción de Disney lo dicho, filmada en escenarios naturales de Uganda y Costa de Marfil, la obra es poseedora de muy bellas imágenes, muy bien filmadas, con un montaje esta muy bien realizado, extrapolando las intenciones buscadas con el mismo, se deja ver, es llevadera, en el punto de no aburrir, aunque se instale por momentos en el lugar de la pura didáctica.

Volviendo a la historia que nos convoca, en el preciso instante en que Oscar esta por desaparecer, estoy hablando del monito no del premio de la academia de Hollywood, se hace presente Freddie y salvará la vida del monito, haciendo las veces de Chaplin en “El Pibe” (1921).

A los chicos de entre 6 y 9 años contarles otra historia, a esta no se la creen, aunque sea verdad; los adolescentes pasarán por la vereda de enfrente al cine que la proyecte por definición etárea; a los adultos ya nos contaron que Romulo y Remo fueron amamantados por una loba… Yo no me lo creo, y eso que fundaron Roma.