Provincia usurpada
El nuevo documental de Carlos Echeverría (Juan como si nada hubiera sucedido, Pacto de silencio y Huellas de un siglo) relata la historia de la usurpación de tierras en la provincia de Chubut desde el siglo XIX hasta la actualidad, y lo hace con rigor histórico a cargo de las protagonistas Nahue y Fernanda, historiadoras que realizan una investigación exhaustiva que incluye trabajo de campo, entrevistas a los campesinos y recopilación de documentos. El resultado es una clase de historia magistral sobre el tema.
El gran enemigo de los pueblos originarios, aniquilados, esclavizados y luego explotados en las estancias, son los capitales extranjeros y la complicidad del Estado Nacional, encarnados en la denominada Compañía Inglesa. La empresa fue obteniendo tierras liberadas por la Campaña del Desierto ejecutada por Julio Roca y Perito Moreno, y tuvo el control de la explotación de los terrenos por más de cien años y ahora, gran parte pertenece a Benetton Group. Una historia con fundamentos económicos que explican cómo los intereses ingleses posibilitaron ese hurto, incluso al acondicionar a su merced el espacio para dicha explotación: El trazado del ferrocarril para llevar la producción al puerto, la policía para cuidar sus terrenos y la iglesia para contener a los rebeldes. Una historia de injusticias que detrás de víctimas y victimarios esconde intereses económicos muy bien explicados por las protagonistas.
Chubut, Libertad y Tierra (2018) es un documental ficcionado, una de las protagonistas relata en off los hechos acontecidos con un punto de partida personal: la historia de su abuelo, Juan Carlos Espina. Espina fue doctor y diputado nacional, fundó un hospital, ayudó a los lugareños a mitad del siglo pasado. Pero en determinado momento y con el apoyo de la gente, decide meterse en política y funda el partido “Libertad y Tierra” dentro de la Unión Cívica Radical Intransigente. Cuando lleva al Congreso la reforma agraria empieza a ser perseguido como comunista y observado por el Gobierno de Frondizi. De esta historia personal se pasa a la universal para contar el despojo de los pueblos originarios de sus tierras ancestrales.
Carlos Echeverría narra el cuento de manera clásica, con una intención didáctica evidente pero sin subestimar al espectador. Busca hacer ameno el relato y la cantidad de información para que su discurso (que no esconde su postura política) llegue con mayor eficacia. El resultado es contundente, algunas imágenes hablan por sí solas como la celebración de los cien años de la compañía aplaudiendo la explotación de dos de sus empleados más antiguos al festejar los 48 y 40 años de servicio de esta gente que, evidentemente, nunca obtendrán ni jubilación ni condiciones dignas de trabajo.
Por supuesto el documental termina con los asesinatos de Santiago Maldonado y el mapuche Rafael Nahuel, dos personas que lucharon por los derechos de los pueblos originarios a recuperar sus tierras entregadas a empresas privadas -y extranjeras- mediante una gran estafa no sólo a las comunidades sino a todo el pueblo argentino. El tema es crucial y excede al documental que busca denunciar y tomar conciencia de lo ocurrido. Ahí radica su importancia y trascendencia.