Del cine etnográfico a la mirada política, de la observación a la ficción pura, esta hermosa y desgarradora película narra las desventuras de Ihjãc, un adolescente indígena de solo 15 años (pero ya padre de un bebé) de la comunidad Krahô, que vive en el norte de Brasil en condiciones precarias ante el arrasador avance del "progreso".
El protagonista sufre pesadillas porque ha muerto su padre (un chamán) y tiene que concretar los rituales para que se vaya a descansar en paz y asumir sus responsabilidades, ya que el también podría convertirse con el tiempo en hechicero. Pero, en vez, de enfrentar la situación, huye a una ciudad "blanca" y se niega a regresar.
Si todo daba en Chuva é cantoria na aldeia dos mortos para la estigmatización, el pintoresquismo, la denuncia culpógena y el golpe bajo, los codirectores João Salaviza y Renée Nader Messora optan, en cambio, por un relato bello, honesto y respetuoso (rodado en la lengua de esa comunidad, durante 9 meses y en 16mm) que funciona tanto a nivel de registro sobre la dinámica de uno de los últimos pueblos originarios que mantienen sus costumbres como en su simple pero emotivo dispositivo ficcional.