La búsqueda de la verdad en territorio serbio
Basada en hechos reales, el segundo largometraje del director de “Redemption Street” tiene puntos de contactos con el cine testimonial argentino al retratar la lucha de una madre contra las instituciones por el paradero de su hijo.
Ana (Snezana Bogdanovic) es una mujer ausente. Está en su casa con su marido e hija adolescente pero no conecta con ellos. Deambula por la ciudad (Nueva Belgrado) y sus edificios públicos en la búsqueda de respuestas sobre su hijo muerto al nacer hace 18 años. La falta de información administrativa, la ausencia del cuerpo del niño, le dan una mínima esperanza. Por eso sigue con fervor, 18 años después, una investigación al respecto.
Las cicatrices del título local (el original se traduce “puntadas” acorde a su profesión de costurera) son el impedimento de Ana para rehacer su vida. Confronta con su familia y otros actores sociales por esa herida del pasado que sigue abierta.
Miroslav Terzic logra una película intensa por el tema tratado, que tiene puntos de contacto con lo sucedido en tiempos de dictadura militar en nuestro territorio. En el cine nacional esta temática fue retratada en infinidad de oportunidades y de múltiples formas, cuestión que le quita novedad al premiado film.
Sin embargo, vale su reflexión sobre las consecuencias de un conflicto que tiene sus raíces en la guerra que dividió Yugoslavia, donde se registraron más de 500 niños robados de hospitales al nacer con la complicidad de los médicos, y que fueron notificados como fallecidos a sus padres. Las demandas salieron a la luz a principios del milenio.
Cicatrices (Šavovi/Stitches, 2019) es un drama intenso, de silencios y gestos, donde lo no dicho adquiere una sombría capa que envuelve la trama. La tensión reposa en la inmensa actuación de Snezana Bogdanovic, quien oculta su dolor debajo de su rostro. Su mirada y pequeños gestos expresan su calvario interior.