Bicicletas
La vida de Ignacio Semeñuk, un adolescente de 15 años (hoy tiene 18), nativo de la ciudad bonaerense de Chacabuco, ciclista con proyección internacional, es el eje sobre el que se centra Ciclos (2018), documental observacional de Francisco Pedemonte que toma el ciclismo como una excusa para retratar un ciclo de la vida desde un ángulo que el cine, en la mayoría de las veces, lo hace desde el lugar común.
Semeñuk comenzó a dedicarse al ciclismo a los 12 años. Al principio competía con una bicicleta prestada porque no sabía si en realidad era lo que quería. Empezó ganando y llegando al podio en muchas carreras hasta que en 2015 se coronó subcampeón del Campeonato Argentino de Ruta y medalla de oro en el Campeonato Argentino de Pista y de los Juegos Evita. En 2016 fue subcampeón del Campeonato Argentino de Pista. Luego se retiró.
En Ciclos, la cámara de Pedemonte solo observa. Lo observa a Ignacio en la relación con su familia, sus amigos, el ciclismo. Lo observa en el sacrificio del entrenamiento, en las metas que cumple, en sus triunfos y derrotas. Triunfos y derrotas que no solo tienen que ver con el ciclismo sino también con sus deseos, sueños, pérdidas y ganancias. La carrera de Ignacio le depara un futuro prometedor, tal vez una olimpiada, una medalla de oro, ¿pero es lo que quiere?
Pedemonte, a diferencia de otros realizadores, no juzga a sus personajes, no los convierte ni en héroes ni villanos. En Ciclos no hay padres que presionan ni hijos convertidos en mártires. Solo hay una familia que apoya y un joven que durante un tiempo de su vida decide hacer ciclismo, que no lo sufre, lo disfruta. Pero que un día, le pone punto final y se dedica a otra cosa. Será el espectador quien deba sacar sus propias conclusiones si es que las necesita porque como en todos los ciclos una vez que se cierra comienza uno nuevo.
La ausencia de un arco dramático donde el conflicto se internaliza y la simpleza de personajes que le huyen a un estereotipo hace que por momentos se sienta que la trama no avanza, más allá de algunas decisiones narrativas acertadas para crear suspenso (el final por ejemplo) y una banda sonora que rompe con la morosidad rítmica.