Ciegos

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

Secuelas del pasado

El primer largometraje de ficción del realizador argentino Fernando Zuber, Ciegos (2019), se estrena trece años después de su ópera prima documental, Soledad al Fin del Mundo (2006), una película sobre la vida cotidiana de tres ermitaños en Tierra del Fuego, y tras varios años de continuo trabajo televisivo.

Ciegos se adentra en los traumas de la Guerra de Malvinas a través de la relación de un padre ciego, veterano de la guerra, y su hijo, que regresan al pueblo natal del primero debido a una tragedia familiar. Allí el hijo es interpelado por la historia del padre en base a anécdotas que todos conocen menos él, pero que le revelan facetas de su padre que desconocía. El chico de trece años vive la situación como unas raras vacaciones en las que su primo lo introduce a su grupo de amigos y entabla una relación con una chica de su edad, mientras su padre incurre en un comportamiento errático y violento que lo preocupa. La película se centra en la mirada del hijo, en su interpretación de las historias que escucha y en su afán de ayudar a su padre, ciego desde su retorno del conflicto de Malvinas.

El film escrito por Fernando Zuber en colaboración con Leonel D’Agostino y Diego Fleischer funciona como una metáfora sobre la ceguera de los hombres que declararon la guerra, iniciando una contienda absurda que solo tuvo como consecuencia la muerte de muchos jóvenes, una derrota traumática y, por suerte, el desprestigio final de una dictadura genocida en sus horas más lamentables.

El presente cierra aquí las heridas del pasado, de la guerra y de la familia a través de la mirada inocente del hijo, que parece estar en medio de una historia sobre su padre que desconoce. Ciegos es una obra íntima y simbólica, donde las armas representan una guerra que no se puede olvidar. La muerte de amigos, la ceguera y la ruptura de amistades y relaciones filiales simbolizan las terribles consecuencias del conflicto, acontecimiento que marcó y aún marca la historia argentina en tanto uno de sus peores errores como nación.

Entre lo bucólico de las relaciones adolescentes en el río y la oscuridad de las emociones del padre surge un vacío, un lugar del pasado en el que el hombre está atrapado y el hijo solo puede acceder a través de indicios que los otros personajes le proveen para que pueda comprender a su padre.

Zuber construye un film conmovedor pero también áspero sobre los traumas del pasado que regresan, con muy buenas actuaciones de parte de Marcelo Subiotto y Benicio Mutti Spinetta, sometidos a rigurosos primeros planos, y un elenco que también acompaña con logradas y cálidas interpretaciones, destacándose Luis Ziembrowski en el papel del hermano y tío de la pareja protagónica. Ciegos deconstruye muy bien la relación entre padre e hijo y la necesidad de ambos en la adolescencia de encontrar un espacio de unión, pero también las situaciones que rompen el lazo. Zuber logra así crear una historia pequeña y perfecta que alude a lo universal de los traumas de la guerra, cargada de detalles y gestos alrededor de las emociones de los personajes, de la ceguera como discapacidad, y sobre todo, de las formas de abordar el pasado para enfrentarlo y ver un día desde los ojos de los hijos.