Búsqueda agridulce
Hay un momento clave para entender la economía narrativa que tiene este estreno nacional dirigido por Matías Lucchesi, Ciencias naturales (su ópera prima): luego de encontrarse con otra de sus frustraciones en la búsqueda de su padre, la niña interpretada por Paula Hertzog (Lila) permanece triste en el cordón de la calle. Escuchamos fuera de campo a la voz de la docente interpretada por Paola Barrientos, tratando de consolarla con palabras destinadas a no lograr su cometido. Es recién cuando esas palabras resuenan en Lila que el personaje de la docente aparece en el encuadre en su integridad -hasta ese momento sólo veíamos de ella hasta su cintura, remarcando aún más la distancia entre el cuerpo y las palabras-. La aparente sencillez de esta secuencia habla un poco de la película en su conjunto, uno casi se atrevería a decir que es una película pequeña, pero esto no la hace con su poco más de una hora un ejercicio de solvencia en el trabajo de guión y actuaciones, en particular por la dupla protagónica.
El relato tiene un norte muy claro desde sus inicios: Lila, con sus doce años, se encuentra atravesando una etapa de rebeldía y desconcierto, dispuesta a evadir cualquier tipo de regla escolar. Tras uno de sus intentos de escape, Jimena, la docente de ciencias naturales interpretada por Barrientos, comprende la razón de su rebeldía: la niña desea conocer a su padre. Tras confrontar a su madre al respecto y obtener una respuesta un tanto agresiva, Jimena reconoce el panorama familiar y cuando Lila intenta escapar una vez más, utilizando un auto, la directora del colegio decide suspenderla, llevando a Jimena a no poder mantenerse al margen de la situación conociendo lo que motiva a Lila. Es aquí donde comienza a gestarse la road movie que atraviesa el relato, con apenas unos pocos datos Jimena decide partir con la niña en su búsqueda desesperada a través de la provincia de Córdoba, comprometiéndose y comprometiendo su trabajo, estableciendo un fuerte vínculo que tiene un crecimiento sutil, natural, a lo largo del film.
La dinámica en las actuaciones de Hertzog y Barrientos es en parte aquello sobre lo cual reside el éxito en el peso dramático de la historia. Durante una secuencia la cámara de Lucchesi permanece fija en uno de esos travellings que suelen regalarnos frecuentemente las road movies, contemplando a la docente y la niña dentro del auto. Jimena acababa de tomar la decisión de dejarse llevar por la búsqueda de Lila, extendiendo su viaje y comprometiendo su trabajo, luego de una acalorada charla con la directora del establecimiento. En su rostro se dibuja el miedo y el desconcierto por la decisión que acaba de tomar, pero sin embargo la firmeza para sobrellevarla, mientras algunas líneas de diálogo dan rodeos para tratar de evadir el conflicto que la docente está interiorizando. Que todo esto se diga con la imagen forma parte del logro de como Lucchesi ha pensado su película, por momentos asomando algo de la sutileza de los Dardenne en la puesta en escena. Hay momentos un tanto más obvios con metáforas forzadas, como el diálogo en torno a las luciérnagas o la veleta que le entregan a Lila al final.
Más allá de alguna desprolijidad -pienso por ejemplo en la secuencia del personaje del puma aproximándose corriendo para contarle a Jimena y a Lila que el padre de la niña podía ser el soldador, un tanto inverosímil por lo que se había mostrado hasta ese entonces de ese personaje-, se trata de un estreno que triunfa con las herramientas más viejas del cine y con una asombrosa solvencia.