Cigüeñas

Crítica de María Paula Rios - Cinepapaya

Warner Animation nos trae un relato emotivo, disparatado y de lo más original

Partiendo de la base que el capitalismo es el sistema económico y social que impera desde hace años ¿Por qué las cigüeñas no se van a sumar al mismo? La película se sitúa en una época en la que el famoso mito de los bebés y las aves zancudas ya no son negocio. Apostadas en una visión netamente comercial ahora las cigüeñas despachan paquetes de todo tipo —libros, celulares, cafeteras, etc.— menos niños.

Junior es un ave ambiciosa que anhela con creces un ascenso laboral, para que esto suceda le piden que despida a Tulip, la última humana que no pudo ser entregada a tiempo y que se crío en Monte Cigüeña. Ella es algo torpe y genera pérdidas. Junior no se atreve a echarla, entonces la confina al área de pedidos de bebés, la cual se encuentra en desuso.

Por otra parte está Nate, un niño con muchas ganas de tener un hermanito. Sus padres adictos al trabajo no le hacen caso hasta que él encuentra en un viejo folleto la dirección de Monte Cigüeña para realizar el pedido. La misiva que envía Nate será la que desate el conflicto ya que accidentalmente Tulip creará a su hermanita en la prohibida máquina de bebés.

Junior y Tulip emprenderán la aventura de entregar a esta niñita sin que los demás se enteren. La nueva apuesta de Warner trae una historia novedosa, con personajes adorables y varios pasos de humor absurdo. Recurso más que justificable dentro de la lógica de la animación, donde todo puede suceder. Si Cigüeñas presenta algún problema es que por momentos el relato se vuelve errático, lo cual hace que su ritmo decaiga.

Son como situaciones aisladas que no logran una conexión completa con la trama central. Pero estos tiempos diluidos se compensan con personajes amables y honestos, con gags disparatados, pero sobre todo con una alta dosis de amor y emoción.