La película de animación de la semana tiene detrás a un director y guionista de comedias con una carrera interesante, Nicholas Stoller (Muppets, Malos vecinos), y una historia algo compleja: las cigüeñas han cambiado de rubro, del delivery de bebés a la entrega de cosas, como un Amazon plumífero. Son una gran corporación y Júnior acaba de ser ascendido a jefe. La primera tarea que se le encarga es la de despedir a la huérfana Tulip, una chica que, 18 años atrás, no fue entregada porque la cigüeña a cargo se encariñó con ella. Como ahora es mayor de edad, pueden liberarla, deshacerse de ella.
Por otro lado, un niño desatendido por sus padres sueña con tener un hermanito y manda la carta a la cigüeña. Tulip es quien la recibe y, sí, la máquina de fabricar bebés vuelve a ponerse en funcionamiento. Juntos, Tulip y Júnior intentarán entregar a la preciosa bebé que han fabricado. Cigüeñas es una simpática comedia con ritmo de aventuras sobre la fuerza del amor paternal y los lazos familiares, pero algo enrevesada. Las situaciones se resuelven arbitraria, caprichosamente -los padres desaprensivos pasan de pronto a ser amorosos, la acción se define a partir de ocurrencias injustificadas de los personajes- y el interés se diluye en las idas y vueltas de la situación central. Los más chicos se van a perder un poco. Los más grandes se van a divertir, aún cuando buena parte del humor parece pensado para los adultos.