Romántica aproximación a un enorme suceso editorial sobre pasiones fuertes y peligrosas. El film (no leímos el libro) parece ser mucho más light que lo que su fama prometía. Y desde ese lado, funciona. Es quizá algo pomposo en su ambientación y en su tono, pero tiene a su favor una actriz estupenda, Dakota Johnson, mezcla exacta de inocencia, calidez y atrevimiento, una estudiante de letras que tantea entre las raras preferencias del millonario y excéntrico Christian para poder conocer al fin sus propios límites. Ella se hace sumisa para poseer. Y el film, más allá de sus extravagancias y simplificaciones, plantea el tema del poder en estos juegos sexuales que pivotean entre la entrega y el dominio. Es una idea apenas insinuada, pero siempre presente. Es cierto que los personajes secundarios están desdibujados y que el erotismo es muy blando, pero el film ha dejado a un lado la audacia y su misma calificación, apta para menores de 16, habla mejor que nada de las intenciones de los autores: presentar un drama amoroso con aire de telenovela bien vestida, más dulzón que perturbador, con toques de humor, que se apoya en la elegancia más que en la provocación y que de su anunciada crudeza apenas quedan unos chirlos en el culo y unas lamidas muy respetuosas. Lo bueno es que no aburre. Y lo mejor, insistimos, es Dakota, maliciosa Caperucita que anda reclamando un lobo que enseñe, disfrute y castigue.