Pégame, pégame mucho.
Ni porno para mamás, como se la rotuló con malevolencia, ni erotismo de autoayuda, Cincuenta sombras de Grey pone, o pretende poner, en el tapete el goce, la sexualidad y el sadomasoquismo presente en la novela de E.L. James, y también en la pantalla.
El problema es que el erotismo va a contramano de lo rutinario, y Cincuenta sombras de Grey va hacia lo esperable.
El principal escollo de la película no es su falta de brasas o poderío calórico (no calienta demasiado) sino que la estructura del relato es tan previsible que todo se hace largo, chicle.
Y lo curioso es que quienes más consumen Cincuenta sombras... no son mayormente jóvenes virginales e inexpertas, sino mujeres de 30 para arriba, entendidas. ¿Qué buscan en esta ficción?
Anastasia es una estudiante de literatura que se autodefine como romántica. Christian Grey, millonario, se le cruza en el camino, y por más que él primero le dice que no es el hombre para ella, después le propone tener una relación eminentemente sexual. Le muestra en su mansión en Seattle el cuarto de juegos. Nada de mesas de pana, metegol o flippers: cuero, rebenques, su ruta.
El goce genital (Grey le aclara: “Yo no hago el amor. Cojo. Fuerte”, y que no duerme con nadie) es lo que busca Grey. Pero le “explica” -nunca trata de convencerla- a Anastasia (que es virgen) que esto es para que ella la pase fantástico. Y le pide que firme un contrato. La película dará vueltas sobre si Anastasia firma o no firma. Mientras, sí, la pasa más o menos fantástico.
¿A través de la sexualidad la mujer evalúa una especie de simulacro de emancipación de igualdad de géneros? Si es así, ¿por qué tiene éxito Cincuenta sombras..., si la muestra como sumisa?
El derecho a disfrutar de su sexualidad, ¿es sólo una fantasía? Anastasia juega, pero (si va a ver la película, salte al próximo párrafo) cuando le confía a Grey que quiere conocer “eso”, su oscuridad, lo que lo motiva, y él le pega seis latigazos, ¿por qué después reacciona con histeria? Si acepta las reglas, ¿es lógico?
Todo pasa por la dominación. Pero esto no es Nueve semanas y media. Curiosamente ambas son producciones hollywoodenses dirigidas por ingleses (se sabe que los estadounidenses a la hora de retratar el erotismo suelen ser más fríos, por no decir gélidos). Más llamativo es que, siendo una mujer la que dirige Cincuenta sombras..., se cosifique a la protagonista. O no.
¿O no?
El erotismo es como una cabina de peaje hacia la pasión, y Cincuenta sombras de Grey, en fin, deja las barreras bajas.