Después de tanta provocación y seducción Anastasia (Dakota Johnson) y Christian (Jamie Dornan) se casan. Pero el juego de la incitación y atracción continúa como ésta saga que llega a su último capítulo, porque el matrimonio trae aparejado otras obligaciones, compromisos y problemas que supone no poder continuar con ciertas prácticas a la que ambos son adictos.
No sólo la película dirigida por James Foley describe como es la nueva vida de la pareja, sino lo que es ser rico como para poder hacer lo que se quiera y cuándo se quiera. Y en paralelo desarrollar una historia policial endeble para que la pasen bastante mal y en la novela no sea todo color de rosa. Para eso pusieron a un malo, Jack (Eric Johnson), quien, pese a que el reciente matrimonio vive en un departamento con guardias de seguridad, pudo entrar tranquilamente. Lo mismo que al ingresar a la empresa de Christian robando datos electrónicos. Es muy inverosímil el cuento. Sirve para crisparles los nervios a los protagonistas, alternándolas con escenas sexuales que pretenden ser eróticas pero quedan a mitad de camino. Y, por sobre todas las cosas, la exacerbación del lujo y el glamour para mostrarnos, una vez más, que hay otro tipo de vida, pero muchísimo más cara.
Con una realización prolija, de manual, Jamie Dornan, intenta hacer creíble a su personaje, pero queda sólo en eso, en el intento. En cambio Dakota Johnson va mejorando con el tiempo,pues le da distintos matices y gestos a su rostro y cuerpo, según el estado de ánimo y las sensaciones que tiene que interpretar saliendo siempre bien parada.
Los fanáticos de ésta trilogía estarán de parabienes. Pero, trasladar una novela de un libro exitoso al medio cinematográfico no siempre llega a transmitir el mismo espíritu del original, para termina desdibujándose, como sucede con éste desabrido film.