Llega la conclusión de la saga basada en las novelas de E.L. James, que tras dos entregas soporíferas busca terminar de igual manera esta obra cinematográfica de bajo vuelo.
El fenómeno iniciado por “Cincuenta Sombras de Grey” (2015) es inexplicable. Más allá de la obra literaria, la cual no pondremos en cuestión en este sitio, lo visto en la pantalla grande es muy pobre y deja bastante que desear. La historia del cine ofreció infinidad de relatos eróticos mucho más interesantes y consistentes que la saga Grey, películas como “Doble de Cuerpo” (1984), “El Último Tango en París” (1972), “La Secretaria” (2002) y “Ninfomaníaca” (2014), por poner algún ejemplo más reciente, nos brindaron relatos atrapantes y narrativamente más complejos y atractivos.
Sin embargo, la tercera parte dirigida por James Foley (también director de la segunda película) nos entrega una cinta que está más cercana a los films eróticos que solían pasar en las madrugadas por The Film Zone, con actuaciones bastante pobres y acartonadas, un desarrollo técnico demasiado básico y frígido, y algunos momentos que parecen extraídos de una telenovela latinoamericana con ciertos eventos sumamente inverosímiles.
Dakota Johnson y Jamie Dornan siguen sin generar la química necesaria y se los nota bastante incómodos por momentos. Si bien no parecen ser actores muy destacados, lo cierto es que los hemos visto dando interpretaciones mucho más superiores en relatos mejores construidos y escritos. Y aquí radica el principal problema del asunto: el guion. “Cincuenta Sombras Liberadas” resulta ser narrativamente insuficiente, insustancial y aburrida. Nunca hay un conflicto de peso y a lo largo del metraje parece que transitamos una serie inconexa de escenas puestas arbitrariamente para hacer avanzar la historia según las necesidades de la trama, como un gran y generalizado Deux Ex Machina. Los personajes secundarios y las subtramas no tienen razón de ser, ciertos eventos provocan abruptamente un cambio de género injustificado que nos traspasa del drama romántico al thriller. Todo esto resulta realmente inverosímil y se presenta de forma exacerbada con un antagonista o “villano” fuertemente estereotipado y con motivaciones poco claras, interpretado por un exagerado y poco creíble Eric Johnson. Dicho personaje pasa de ser un simple editor de libros a prácticamente un psicópata con conocimientos de hackeo y seguimiento desmedidos dignos de un agente de la CIA. Así es como iremos transitando por algunos momentos de tensión e incluso hasta una persecución que tiene poco ritmo y que se siente más como un comercial interesado en publicitar el Audi que maneja la protagonista.
Pasando a las escenas de “alto voltaje”, éstas también son igual de insulsas. Todas parecen estar filmadas de la misma forma de desgano. Comienzan de manera “armónica” con una canción soft pop de fondo y terminan abruptamente cuando las cosas se están por poner calientes.
Por el lado técnico, la fotografía resulta ser rescatable por momentos, pero muchas veces falla en provocar ciertos climas cuando pasa de un género a otro. Por el lado de la banda sonora, se la siente realmente impersonal y apabullada por el soundtrack de temas no originales, lo que hace realmente preguntarnos cómo fue que Danny Elfman decidió componer la música de esta saga.
En síntesis, “Cincuenta Sombras Liberadas” concluye su camino de la misma manera en que lo comenzó. Sin ganas, con poco contenido cinematográfico destacable y unas interpretaciones que dejan bastante que desear. Un film que intenta ser transgresor, pero que nunca logró salir del molde.