Esta segunda entrega de la trilogía sexual es igual de fría y anodina que su predecesora
En la primera película de la saga, éramos testigos del comienzo de la relación entre la recién graduada Anastasia Steele (Dakota Johnson) y el joven magnate de los negocios Christian Grey (Jamie Dornan). Ahora Anastasia se encuentra abrumada ante el poder que ejerce sobre ella el misterioso empresario. Su inicial magnetismo se ha transformado en un peligroso juego de dominación sexual, y por eso la joven decide alejarse de él lo máximo posible y empezar desde cero una nueva vida. Pero el amor y sobre todo el sexo es más fuerte, y los caminos de ambos volverán a unirse.
Basada en la novela de 2012 de la autora británica E. L. James, esta segunda parte dirigida por James Foley, tiene la perfección de un comercial de una fragancia. Todo está correctamente iluminado, las locaciones elegidas denotan un buen gusto exquisito, los planos de cámara lucen atractivos, y los protagonistas cuerpos de ensueños. Las escenas sexuales están coreografiadas al máximo, ningún cabo suelto, ningún vello púbico indiscreto colándose en el encuadre.
Y, obviamente, en esta perfección radica el mayor problema de la película. Todo luce irreal, todo suena a ficción. El guión, que no es una maravilla, tampoco ayuda. Los conflictos argumentales se reducen a algunos celos adolescentes de Grey, y hay incluso un intento de generar cierto suspenso en manos de una ex despechada que tampoco termina siendo muy peligrosa. Hasta las secuencias eróticas, que se suponen, son el plato fuerte del filme, nunca logran transmitir pasión ni lujuria. Y es que no se puede tener relaciones de la manera en que lo hacen los protagonistas y al terminar no tener una sola gota de transpiración.
Los actores protagonistas, Dakota Johnson (alguien debería decirle que morderse el labio no la hace más sexual) y Jamie Dornan, cumplen, colocándose en la marca que les permita estar correctamente iluminados y fotografiados y no mucho más. Hay lugar en el elenco para un guiño al género con la presencia de Kim Basinger (otrora reina del erotismo con sus 9 semanas y 1/2) que se limita a fruncir la boca mientras recita unas líneas imposibles.
Las fanáticas de la saga literaria quizás se conformen con esta adaptación, pero para aquellos distraídos que quieran incursionar en la zona más caliente del séptimo arte, podrán encontrar en el pasado varias gemas más estimulantes que este filme aburrido y sin alma. La sombra oscura de lo que una película debe ser.